Los juzgados de Aguas y comunidades de regantes de la huerta tradicional de la Vega Baja se han encontrado con una notificación a modo de ultimátum por parte de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS): en 30 días deben instalar en las acequias que dan al río Segura rejillas para evitar que los residuos flotantes, la mayoría envases de plástico, terminen en la desembocadura y el mar.

En caso contrario, la CHS anuncia que en el juzgado de aguas o comunidad que se niegue a esta imposición-hay 17 en la Vega Baja- no podrá recibir agua del río como sanción. Amigos de los Humedales del Sur de Alicante (AHSA) criticó duramente esta «amenaza» por parte de la entidad del Ministerio de Medio Ambiente que gestiona la cuenca hidrográfica.

Los conservacionistas indican que la CHS intenta «amedrentar» a los regantes y creen que desde el punto de vista legal la Confederación no puede adoptar esta medida. Los agricultores del riego tradicional tienen derechos históricos adquiridos sobre el uso del agua del Segura desde hace siglos. Además consideran que su actividad es la que permite que el río siga todavía vivo y evita mayor contaminación.

AHSA mantiene que es la Confederación, y no los regantes los que deben asumir el coste de esa inversión y retirada de residuos. Argumenta que la mayor parte de canales de riego aparece en la documentación de registro a nombre de la administración pública «y aunque no sean dominio público, sí son de su propiedad».

La CHS reitera que los regantes pagan las correspondientes cuotas para la limpieza y mantenimiento de sus azarbes y acequias, sin intervención pública, y por lo tanto les corresponde instalar las rejillas. La Confederación se ha apresurado a tomar medidas para intentar atajar un problema creciente de contaminación:el de la presencia masiva plásticos y microplásticos en el cauce, la desembocadura, el mar y la arena del litoral cercano, que se suma al escaso caudal del río y su salinidad. Pero pretende hacerlo, según regantes y ecologistas, endosando la responsabilidad a quien no le corresponde.

El agua del Segura es captada en las arrobas -8 tomas de agua en la Vega Baja-. Desde ahí se distribuye por los azarbes, un sistema que permite reutilizar el caudal al máximo. La sobrante, las aguas muertas de drenaje, vuelven al río por las acequias.

Carlos Barrera, juez del Juzgado de Aguas del Azud de Alfeitamí de Almoradí, recordó que por las arrobas ya entran residuos sólidos procedentes de la Vega Alta y Media del río. El representante de los regantes explicó ayer que la responsabilidad de mantener el río limpio es de la CHS, pero también de los municipios por los que atraviesa la compleja red de regadío -de vertidos de vecinos-y también de los regantes. «Pero a simple vista se puede comprobar que la agricultura genera un porcentaje muy reducido del total de envases».