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Orihuela

Del turismo rural, al vandálico

El área recreativa municipal de Pinar de Bonanza, el único alojamiento en la Sierra de Orihuela, sucumbe a su abandono

Estado en el que se encuentran las cabañas y las instalaciones del complejo por el abandono y saqueo. t. sevilla

Con unas impresionantes vistas de la ciudad de Orihuela, a unos cuantos metros de altitud y rodeada de una exuberante vegetación a de pinos y matorral, se encuentra el área recreativa municipal de Pinar de Bonanza. Un complejo con seis cabañas habitables que se inauguró en 2009 y que la entonces alcaldesa de Orihuela, Mónica Lorente (PP), dijo que era uno de los proyectos de los que se sentía más orgullosa tras concluir la puesta en valor de las laderas de la Sierra de Orihuela, que costó 276.938 euros. Nueve años después el complejo está sumido en el más completo abandono y es víctima del vandalismo.

Para llegar al complejo hace falta saber dónde está exactamente ya que no hay señalización que lo indique. Un cartel deteriorado por el sol, y en el que apenas se distinguen las letras e ilustraciones, da la bienvenida a la zona. La cabaña de recepción se encuentra abierta y a ella se puede acceder tan solo quitando la piedra que evita que la puerta se abra -no es la única que tiene ese singular «cerramiento»-. Dentro, una bombona de butano que alguien dejó, aguarda en una esquina a volver a ser utilizada para cocinar, como el fregadero que mantiene todos sus elementos.

Ventanas rotas, cerraduras reventadas, grafitis en puertas interiores, picaportes arrancados y sustituidos por pañuelos, maleza dentro de los armarios, equipamiento eléctrico saqueado o farolas con la bombilla al aire, es lo que se encuentra cualquiera que acceda a este complejo venido a menos del paraje de San Cristóbal, en la pedanía de Raiguero de Bonanza. Los baños y vestuarios no están mejor y, dentro, el olor es insoportable.

Las instalaciones del área recreativa cuentan con seis cabañas -dos de 25 metros cuadrados y cuatro de 20-, aseos y duchas, zonas ajardinadas, la ermita de San Cristóbal, y un merendero, además de agua potable y alumbrado. En el interior de las cabañas hay habitaciones y una zona que hace a su vez de cocina y pequeño salón. Un lujo para quienes quieren desconectar de la ciudad e instalarse unos días en un entorno verde y tranquilo en plena Sierra de Orihuela. Pero lo que ahora nos encontramos más bien parece de película de terror de serie B.

La gestión de estos alojamientos rurales y su conservación ha pasado ya por varias manos. En 2009 se inició el primer contrato con un presupuesto de 55.500 euros anuales y con unos precios fijados por el Ayuntamiento para los refugios: los de 25 metros cuadrados (para seis personas) de 40 euros la primera noche, 75 cuando fueran dos y 110 euros si se contrataban tres y las cabañas de 12 metros cuadrados (para grupos de hasta cinco personas no compartimentadas en habitaciones) a partir de 30 euros. Se hizo una adjudicación provisional en un procedimiento negociado sin publicidad que ganó «Rincón de Bonanza, Educar S.L.L». Pero el complejo permaneció casi dos años cerrado por carecer de los permisos pertinentes de la Generalitat hasta que en 2013, gobernando Los Verdes y PSOE, volvió a salir a licitación con un presupuesto base de 72.000 euros y cuyo contrato se formalizó en diciembre de ese año a «Loespama del Mediterráneo S.L.».

Según señaló el actual portavoz municipal, Rafael Almagro, a la empresa que se iba a hacer cargo de la explotación este mandato se le rescindió el contrato por incumplimientos. Lo único que se ha hecho en los dos últimos años son intervenciones puntuales de la empresa municipal ILDO en 2017 para encargarse de la ejecución y mantenimiento básico de la jardinería y limpieza del área recreativa por 6.260 euros. Actualmente carece de vigilancia y conservación.

Críticas

Para el portavoz de Cambiemos Orihuela, Karlos Bernabé, el abandono de este tipo de espacios «responde a ese modelo de ciudad obsesionado con cementar el litoral mientras se le da la espalda a la protección de nuestro territorio y patrimonio natural». Bernabé considera que este espacio constituye «una oportunidad para acercar la sierra a los vecinos y ofrece la posibilidad de aprovecharlo para hacer proyectos educativos o de protección del territorio como actividades para escolares o un centro de interpretación y para turismo rural».

Según el Plan Anual de Contratación este espacio debería estar activo en septiembre, pero para Bernabé «tenemos serias dudas de que vaya a cumplirse». De no ver movimientos, Cambiemos anuncia que, tras el verano, hará una propuesta para reactivar este área recreativa. Si no se actúa, tanto las cabañas como el resto de infraestructuras seguirán deteriorándose y sufriendo saqueos con el riesgo de que el daño sea tal que sea casi imposible de recuperar esta zona para quienes buscan un turismo alternativo.

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