Solucionar un conflicto vecinal no siempre es fácil y menos todavía cuando está en liza el descanso eterno. La construcción de un nuevo panteón en el cementerio de Rojales ha motivado el enfrentamiento entre dos propietarios, hasta ahora amigos. La causa exacta tiene una cifra: 40 centímetros. Es el espacio que separaba ambos mausoleos. Ese terreno desapareció cuando uno de ellos reformó su propiedad y se lo anexionó. Para ello retiró parte del tejado de su vecino y le modificó el sistema de evacuación de pluviales. Cuando éste lo vio entró en cólera. Tuvo que acudir hasta la policía. Desde el Ayuntamiento aseguran que han intentado mediar, pero de nada ha servido. El afectado no esperará impasible a la justicia divina y acudirá al juzgado terrenal. Cree que se han vulnerado sus derechos, y lo que más le duele, los de quienes ya no se pueden defender.

Joaquín Marín es el rojalero que se considera afectado en esta disputa de trasfondo funerario. Su panteón y el colindante están ubicados en la parte antigua del cementerio Nuestra Señora del Rosario, de propiedad municipal. Las construcciones más viejas se levantaban siguiendo el mismo patrón. Entre dos mausoleos se dejaba un espacio de menos de medio metro. Sobre ese hueco caían los tejados a dos aguas. Así, la lluvia resbalaba por los techados y hasta el interior de esa especie de patio. Pues bien, cuando Marín fue y vio la obra que estaba haciendo su vecino se enfadó, y mucho. La superficie donde se construyeron los cimientos ocupaba ese patio común. Marín intuyó, y no se equivocó, que cuando comenzaran a levantar la pared de bloques chocaría con su tejado. Pidió que pararan la obra, llamó a los agentes de seguridad y se fue al Ayuntamiento. Nadie hizo nada y el proyecto se ejecutó, tal y como se temía. «Me dijeron que el proyecto estaba presentado y era correcto, que no se podía hacer nada, que me apañara con él. Y eso no puede ser porque el cementerio es municipal y el Ayuntamiento el responsable». Con ello, vio como parte de su tejado desaparecía y el propietario que estaba construyendo, «sin mi permiso», le habilitó una canaleta para recogida de pluviales sobre el tejado.

El constructor del mausoleo, por su parte, alega que su proyecto fue validado por el consistorio y que todo es legal. Asegura que eliminar ese patio entre panteones ha sido una buena medida porque se acumulaba porquería y se embozaba la tubería para desaguar. Explica además que cogió ese espacio porque la pared del otro extremo no se podía derruir porque es muy vieja, de piedra y se comparte con los nichos de al lado. De derribarla, las mortajas hubieran quedado al aire. Así que, lo que perdía por un lado, lo ganó por el otro. «Lo siento en el alma porque hablamos de panteones, donde están los restos de nuestros antepasados, pero a él se le ha dejado su panteón en mejores condiciones de las que estaba».