La huerta de la Vega Baja sigue siendo, a día de hoy, una de las más ricas de la región, en buena medida gracias a que ha sabido conservar su idiosincrasia y sus tradiciones durante siglos. Hoy en día, aún se utilizan muchos de los métodos de cultivo que se usaban hace 200 años, y su sistema de azarbes y acequias es admirado en todo el país. Por sus especiales características, la huerta del Bajo Segura necesita de una protección que la conserve y evite su desaparición tal y como la conocemos. En este sentido es en el que trabajan numerosos expertos en colaboración con regantes y agricultores y que ayer dieron algunas pinceladas sobre cómo debe conservarse el regadío tradicional en unas jornadas para impulsar su declaración como Patrimonio de la Humanidad que se celebraron en Rojales.

La jornada de reconocimiento y revalorización de la huerta, organizada por la Conselleria de Educación, Investigación y Cultura, el Ayuntamiento de Rojales, y la Universidad de Alicante (UA) a través de la Cátedra Arzobispo Loazes, sirvió para difundir el rico patrimonio histórico, cultural, hidráulico y agroecológico de la huerta tradicional del Bajo Segura de origen andalusí y medieval. El centro sociocultural de Ciudad Quesada acogió las diferentes conferencias que tuvieron lugar durante todo el día. La jornada, además, contó con una mesa redonda y una visita guiada por el Patrimonio Histórico y Etnológico de Rojales, con el fin de que la Vega Baja en su conjunto proponga que este espacio sea declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Conferencias

El ciclo de conferencias lo inauguró el subdirector general de Patrimonio Cultural y Museos, Antonio Bravo y la edil de Cultura y Patrimonio de Rojales, Inmaculada Chazarra, quienes expusieron la importancia que sigue teniendo la huerta tradicional para la economía de toda una comarca y los elementos singulares que la hacen diferente a otras y, por tanto, merecedora de ser protegida. Por su parte, el inspector de Patrimonio Mueble del Servicio Territorial de Cultura, Luis Pablo Martínez, hizo un repaso pormenorizado por las huertas históricas como patrimonio vivo de la humanidad. Martínez comparó el regadío tradicional del Bajo Segura con otros importantes de la región y puso de relieve la conservación de algunos sistemas de riego que se han conservado en el sur de Alicante como auténticas obras de ingeniería.

Una de las conferencias más esperadas era la del catedrático de Geografía Humana de la UA, Gregorio Canales, quien habló de agua, patrimonio y paisaje en el Bajo Segura. Martínez expuso que si bien conseguir la mayor protección de la huerta tradicional es el objetivo «hay leyes de protección locales y autonómicas a las que se puede acoger perfectamente la huerta de la Vega Baja». Así, señaló que cumple con los requisitos de la ley de Patrimonio Cultural Valenciano de 1998 como son el ser monumento (realizaciones arquitectónicas que tiene la huerta como norias o azarbes), ser espacio etnológico (la construcción o instalación vinculada a formas de vida y actividades tradicionales, que, obviamente, se dan en la Vega Baja), ser un sitio histórico o parque natural. Y dejó una reflexión aplicable a una comarca que a punto estuvo de cargarse la huerta en favor de las construcciones, de lo que algunos municipios supieron mantenerse al margen: «espero que la huerta siga perviviendo al ladrillo», dijo.

La jornada se completó con las intervenciones de Josep Gavaldà de la Asociación Per L'Horta de València y una mesa redonda en la que participaron el Juez de aguas de Almoradí, Carlos Barrera, el portavoz de la plataforma cívica Segura Transparente, José Manuel López Grima, y el jefe del servicio territorial de Cultura y Deporte de Alicante, José Antonio López.