Es una tradición que se remonta al siglo XVII y que este año se ha forjado en torno a la amistad. Un grupo de 17 amigas y amigos de Granja de Rocamora protagonizaron ayer el acto más singular de las fiestas patronales, que no es otro que la Bendición de los Aires. Se trata de un ritual que se realiza para pedir bienestar para todos los habitantes del municipio y cosechas abundantes, recordando las raíces huertanas de esta localidad de la Vega Baja.

Una de las particularidades de las fiestas en honor a la Santísima Cruz es la subasta de banderas que se realiza cada año al terminar los festejos. El año pasado fue ese grupo de amigos el que se hizo con los pendones pujando por ellos hasta llegar a los 18.500 euros. Ese remanente se utiliza después para sufragar los actos enmarcados en torno a la fiesta. Todos ellos fueron los encargados de protagonizar ayer el acto participando como abanderados y capitanes de los festejos. La programación comenzó con la procesión del Lignum Crucis desde el templo parroquial hasta la ermita, un pasacalles en el que se integraron también las reinas de las fiestas, las comparsas de Moros y Cristianos y diferentes autoridades. Todos ellos portaron ramos de flores que fueron depositados junto al templo, donde el párroco rezó las oraciones para implorar protección al Santísimo. Con ello se agitaron las peculiares banderas en la dirección de los cuatro puntos cardinales y se disparó pólvora. Al finalizar se ofició una eucaristía y los residentes celebraron después comidas de hermandad entre familiares y amigos.

Los actos estaba previsto que terminaran como de costumbre, con la subasta de banderas para costear las fiestas del próximo año en Granja de Rocamora.