Las salinas de Torrevieja han recuperado el pulso. El nefasto impacto de las lluvias y temporales del pasado invierno sobre la producción al diluir la densidad de las salmueras y la capa de sal en el lecho de la laguna, tuvieron como resultado la desastrosa campaña de 2016-2017. Pero el tiempo juega a favor de las salinas y los largos periodos de estabilidad atmosférica de los últimos meses junto a las altas temperaturas, los levantes, los ponientes y esa singular tecnología de extracción minera, única en el mundo, han propiciado la recuperación de la cosecha de sal en la laguna rosada.

El ingeniero director de Salins España en Torrevieja, Joseph Pérez, y el director de producción Luis Díez, que han abierto las puertas de la actividad industrial a INFORMACIÓN, estiman que la producción de este año puede rondar las 450.000 toneladas. Y en buena parte toda esta sal se encuentra ya alojada en el fondo de ese «charco» como lo llaman los torrevejenses cuya extensión equivaldría en realidad a 1.400 campos de fútbol. Para la salinera es fácil calcular cuál será la cifra de toneladas final. Conoce el espesor medio de la capa de sal que se extraerá de aquí al verano -los ejercicios se cuantifican de agosto a agosto-: en torno a diez centímetros. Aceptable, pero lejos de las que pueden llegar a dar más de 700.000 toneladas a la industria salinera de Torrevieja. Aunque y eso es lo que importa, suficientes para cumplir de sobra con sus clientes tradicionales. Un dato: esta misma semana y a través del muelle de la sal han salido vía marítima de Torrevieja 75.000 toneladas destinadas al deshielo de carreteras en Reino Unido y Escandinavia, dos zonas que están viviendo un invierno duro.

Pero hace justo un año el panorama no pintaba tan bien. En diciembre de 2016 el nivel del agua, debido a las aportaciones extraordinarias de la lluvia, rebasó todos los límites conocidos en la salinera. Anegó las principales instalaciones e inutilizó durante semanas la maquinaria que se emplea para la extracción de sal. Conocida como «la volvedora», esta plataforma que avanza como una gigantesca oruga flotante por la superficie «rascando» la capa de sal del fondo quedó fuera de juego porque había mucha más agua de la habitual en la laguna.

La empresa, que forma parte del grupo multinacional galo Salins, se vio obligada a recurrir durante los primeros meses de este año a la importación de sal desde otras salinas del grupo situadas en África o comprarla a otros productores. ¿Se había visto algo semejante? ¡Torrevieja comprando sal! Pero eso ya pasó. Ahora, en las típicas montañas blancas que forman la línea del cielo torrevejense se acumulan 150.0000 toneladas de sal preparada para su transporte a granel por vía marítima, o en sacos si es transporte por carretera. Alrededor de cincuenta camiones de gran tonelaje cargan a diario en las instalaciones de la salinera en esta época del año, porque esta infinita cosecha salada se vende fundamentalmente en invierno.

Ayuntamientos y administraciones de la España fría y montañosa que tienen competencia en el mantenimiento de calles y carreteras quieren su stock suficiente de sal para estos meses. Da igual que se presente duro o benévolo. Y en esto la sal marina de Torrevieja no tiene competencia. Es la más apreciada para el deshielo porque su impacto sobre la calzada es menor que otras con más residuos minerales. Y además tiene otras ventajas: puede suministrar sal marina de una forma rápida, en cantidades extraordinarias y a un precio sin competencia.

La exitosa recuperación de la producción tras los efectos dañinos de los temporales de hace un año no hubiera sido posible sin el empeño de los 80 trabajadores de la plantilla en la reparación de los desperfectos y la implementación del plan de mejora tecnológica del proceso extractivo introducido por la empresa hace un par de años. En él estaban incluidos los nuevos remolcadores, más rápidos y fiables, que arrastran la producción en barcazas desde la plataforma móvil de extracción hasta las cintas de transporte. También se han hecho inversiones en la modernización de infraestructuras como el salmoreoducto o las dedicadas a la molturación (molinos) que diversifican el producto final en función de la distinta granulometría de la sal, su ensacado y su uso en el mercado.

El 70% del mineral saldrá por el puerto de Torrevieja para disolver el hielo de las carreteras de toda Europa (sobre todo) y en menor medida para uso industrial (salazón, pesca, curtidos). El 30% restante de la producción saldrá por carretera al mercado nacional aunque sólo un pequeño porcentaje terminará en las mesas de los consumidores. El último producto comercializado por la empresa: La flor de sal. Muy valorada en el mercado, se extrae recogiendo la sal cuajada más ligera que flota, apenas perceptible, por la superficie de la laguna.La sal, en el centro de todo

Torrevieja, que vive del turismo y la construcción desde hace décadas, se ha especializado a nivel mundial en dos actividades industriales muy concretas y relacionadas con la sal. Desde hace siglos en saturar el agua de salmuera en su laguna rosa para produccir sal. Y paradójicamente, desde hace unos años en quitarle la sal al agua del mar para producir agua potable.