Somos un pueblo vivo. Me refiero a Torrevieja donde últimamente se multiplican los vividores. Siempre los hemos tenido. El hecho ahora es grave pues ha terminado por afectar a componentes de los Cuerpos de Seguridad. Precisamente quienes tienen el deber y la obligación de luchar contra las corruptelas chanchullos y extorsiones. Tenemos actualmente en prisión preventiva de una tacada a dos policías locales y nueve guardias civiles. Aunque pueda parecer un contrasentido conforta y tranquiliza ver cómo han funcionado los mecanismos para desarbolar y poner en su sitio, en la trena, a estos garbanzos negros (en todos los colectivos existen) que para más escarnio abusan, presuntamente, de su autoridad.

El Nispolilla pasó a la historia de este pueblo por su ingenio a la hora de robar para comer. Otros marginados que vinieron después mangaban para drogarse. Eran conocidos por todos. Actualmente donde menos te lo esperas salta la liebre, condecoradas incluidos.

Y en estas vamos en racha a la celebración de las fiestas patronales, las de la Inmaculada Concepción, La Purísima, como las denominamos aquí. Cómo cambian los tiempos. Si volvemos la vista atrás las gentes de mi generación recuerdan cuando el programa de los festejos se limitaba a dar cuenta de los actos religiosos, la charamita (dulzaina), acompañando a unos deteriorados y astrosos Gigantes y Cabezudos, la vaca ensogada y el gran baile de Sociedad en el Casino donde solamente podían acceder los socios de la entidad.

Hubo una época en la que los salineros locales tuvieron como Patrona a Santa Bárbara, el 4 de diciembre. Entonces teníamos doble ración de vaca pagada por la compañía salinera. Actualmente -al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios-, la Asociación Hijos de La Inmaculada, los organizadores exclusivos de todo lo que se menea en torno a la Patrona, han hecho público un programa que abarca una treintena de actos religiosos. Han recuperado, con buen criterio, el canto de la salve marinera las vísperas. Ignoro si como antaño acudirán a este acto, que en tiempos fue tan solemne, el comandante de Marina, aunque tenga que venir de Alicante porque aquí hace años que nos dejaron sin Comandancia. La municipalidad se encarga de los actos tradicionales y organiza y paga la ofrenda floral, incluyendo la contratación de siete bandas de música, y potencia el alboroque más celebrado de estas fiestas: el concurso multitudinario de paellas.

Ahora para fiesta, fiesta, la que se han montado estos días los del PP, en todas las escalas con el anuncio del Gobierno de que con mucha suerte las obras del desdoblamiento de la N-332 a su paso por la ciudad comenzarán en el primer semestre de 2020. Desde el ministro de la cosa hasta el concejal y diputado provincial Eduardo Dolón, pasando por el delegado del Gobierno en la Comunidad y por el diputado nacional Joaquín Albaladejo, han lanzado las campanas al vuelo. Ambos han aprovechado la ocasión para despotricar y descalificar políticamente al alcalde José Manuel Dolón y al gobierno valenciano. O no tienen memoria o vergüenza. En Torrevieja todo el mundo sabe, porque existe documentación oficial, que la variante no podía tramitarse porque el Ayuntamiento no movió durante el largo mandato municipal del PP un solo dedo para ceder los terrenos de desdoble. Primaron los intereses de los promotores urbanísticos. Es extraño que no organizaran un desfile a los sones de la música festiva de Los Salerosos.

No tengo arreglo porque esta semana pensaba escribir sobre los tordos.