La polémica desalinización de agua del mar, a falta de otros recursos, se ha convertido en los últimos mese en un aporte vital para evitar restricciones de agua de consumo humano en buena parte de la provincia. Este mes de octubre y hasta el domingo pasado, la producción de agua desalinizada incorporada diariamente al sistema de la Mancomunidad de Canales del Taibilla ha superado media del 60% del total. En algunas jornadas, como el 11 de octubre rebasó el 71% del total del agua producida (404.000 metros cúbicos), mientras que los caudales procedentes del Trasvase Tajo-Segura -restringido por el acuerdo del memorándum en 2014-; se han reducido en algunas jornadas -del 11 al 15 de octubre- a solo el 5% del total (apenas 26.000 metros cúbicos).
El resto de recursos hídricos siguen procediendo de las reservas propias de la Cuenca, las del Taibilla, a pesar de la sequía en la cabecera del Segura -el que se ha considerado tradicionalmente como el nacimiento del río está en estos momentos seco-. El agua desalinizada procede de las plantas de Agua Amarga en Alicante, y desde hace unos días, de la instalación de Torrevieja, que durante los dos últimos años hídricos había producido al 40% de su capacidad para dotar de recursos a los regantes del Trasvase.
Lo que sale del grifo en la mayoría de hogares de la provincia es ya una combinación de aguas en la que desde hace casi dos años tiene un papel principal la producida por desalinización del mar.
En enero de 2016 suponía hasta el 34% de la que de la que se suministra a los 2,8 millones de usuarios a los que abastece la Mancomunidad de Canales del Taibilla (MCT), entidad pública responsable de obtener y gestionar los recursos de agua potable para la Región de Murcia y gran parte de la provincia de Alicante. De constituir un tercio aproximado del total hace unos meses ha pasado a suponer más de la mitad.
Es la primera vez que esta entidad de abastecimiento para consumo urbano, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, recurre a una producción tan elevada de agua desalinizada desde que en 2003 comenzara a utilizarse esta fuente de recursos hídricos alternativa a los convencionales. Agua de mar desalada que aunque muy cuestionada por sus costes energéticos, es la única cuyo volumen de generación depende exclusivamente de la decisión humana y no de la climatología y los aportes naturales de ríos o lo que se almacene en pantanos y acuíferos. Este mayor coste energético, el de la presión necesaria para permitir que todo lo que lleva el agua del mar se quede en las membranas, terminará repercutiendo a medio y largo plazo en las tasas que la Mancomunidad reclame a los municipios, y finalmente las administraciones locales, a los vecinos-. Una situación que solo será reversible si los acuíferos de cabecera de la cuenca del Segura se recargan en los próximos meses hasta el verano, y sobre todo si llueve, y mucho, en la cuenca del Tajo.
«De beber»
A día de hoy, el agua «de beber» que utilizan los usuarios de 58 municipios -buena parte de ellos en la provincia incluyendo ciudades como Alicante, Elche, Torrevieja y Orihuela-, se ha convertido en un cóctel en el que el agua desalinizada procedente de plantas generadoras situadas en varios puntos de Alicante y Murcia, se almacena en los grandes embalses -el principal La Pedrera, en Orihuela, que ahora solo cuenta con 60 hectómetros de los 240 que es capaz de albergar-, depósitos y potabilizadoras, y una sofisticada red de colectores y potentes bombeos.
Los vecinos de la Vega Baja, el Baix Vinalopó y Alicante, se asean, y cocinan con un «combinado» en el que cada vez tiene más protagonismo el agua desalinizada procedente de las dos plantas de San Pedro del Pinatar (Murcia), Valdelentisco (Cartagena) reforzada con recursos obtenidos de las de Agua Amarga en Alicante, y ahora Torrevieja, «mezclados» con aguas del Tajo, de acuíferos situados a más de 600 kilómetros y las procedentes del río Segura y sus afluentes.
