Salgo el balcón. Nada más asomarme al exterior veo doblar calle abajo a un esplendoroso pavo real. Acostumbrados como estamos en Torrevieja a contemplar hechos que rozan lo insólito. Reacciono y llamo a unos amigos.

Quiero que vean el «tinglao» que se ha montado. Mientras llegan observo al pavo. Va pavoneándose y airea su bello plumaje de tal manera que le falta calzada para realizar sus despliegues. Me da tiempo a percatarme de que al ave en cuestión la llevan sujeta por el cuello con dos maromas. En cada uno de los extremos de esta estacha numerosas personas tiran afanosamente por llevarse al pavo en cuestión a sus dominios. No estrangulan al animalico porque tiene colocada a modo de aparejo una argolla. Por la misma travesía comienza a inundar todo el vial una turba de fotógrafos y cámaras de televisión, cuyos operadores apenas pueden desenvolverse entre el gentío.

La algarabía aumenta de decibelios hasta alcanzar grados atronadores porque todo el mundo, una inmensa colla de seres, que dicen ser expertos, quieren hacer prevalecer sus manidos argumentos. En este guirigay, los más fuertes de toda la vida, dicen que el pavo, hasta la última pluma, es suyo. Quienes lo reclaman para sí, también todo enterico, no cejan en su empeño saltándose a llamada ilegalidad vigente. Por lo visto, por parte y parte, en esta guerra todo vale y las de perder la llevan los mismos, porque la legalidad vigente se debe mantener por encima de las personas, las gentes que hacen el pan, elaboran el aceite y el vino y encima los desloman a palos?

Todo en el conflicto del pavo se está magnificando hasta el paroxismo apelando en muchos casos a los instintos más primarios. Quienes los cuestionan se pueden dar por satisfechos si solo los motejan con el calificativo de equidistantes. Si se encuentran en una de los dos orillas, aunque no sea significativamente, le llueven los palos como a los pulpos.

Mis amigos no aparecen. Me ahorro de decirles que tengo años, que me sé todos los cuentos y que los conflictos la única solución que tienen es negociarlos. La experiencia, que viene a significar que recorres caminos que ya han recorrido otros. El problema son los tiempos, como ocurrió en la etapa más negra de este país, y en la negra etapa del País Vasco. En este caso habrá que esperar tanto tiempo.