La privatización de los espacios públicos con la ocupación de sillas y mesas no solo generan problemas porque incumplen la ordenanza, y por lo tanto algunos empresarios terminan pagando menos tasas de las que les corresponde. También deteriora la calidad del espacio público, además en los lugares más concurridos por los visitantes, y lo que es más grave dificulta la accesibilidad. Y en ese ámbito la ciudad ha evolucionado poco en los últimos años. Se han llevado a cabo actuaciones muy simbólicas en el área de Turismo, ampliaciones de plazas de aparcamiento para conductores con movilidad reducida y algunas mejoras en las rampas para que puedan ser transitables por carritos, sillas de rueda y los vehículos eléctricos, cada vez proliferan más por las calles de la ciudad. Y poco más.

Para encontrar ejemplos de zonas totalmente inaccesibles no hay que alejarse mucho del centro. En el corazón de la Torrevieja turística se pueden hallar ejemplos muy lamentables.

Es el caso de la «acera» de apenas cuarenta centímetros de anchura que jalona uno de los márgenes de la calle Ramón y Cajal, en el tramo comprendido entre las calles Zoa y Moriones, y situada frente a uno de los restaurantes más conocidos de la ciudad. Paradójicamente el muro que obliga a la mayoría de peatones a bajar a la calzada es el de un aparcamiento privado al aire libre. Una situación irregular y peligrosa para los peatones que lleva muchos años sin resolverse. Un tramo aliñado además por contenedores desbordados de residuos y basuras de los restaurantes de la zona, y que obstaculizan todavía más el paso peatonal.