Dando un relajado paseo a pie, o uno más sufrido en coche, al cruzar el canal que da nombre al barrio del Acequión, cualquiera se puede topar con el envoltorio del penúltimo regalo de los más de 25 años de gestión del Partido Popular (PP) en el Ayuntamiento; el último aún está por envolver. Las futuras torres de 26 plantas junto a Doña Sinforosa y las del solar del «Campico de San Mamés» son consecuencia de una modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) realizada en 2010, la conocida como «libertad tipológica».

Continuando con el paseo por el barrio, es fácil observar el denso tráfico en la Avenida Gregorio Marañón, que se convierte en atasco en el cuello de botella para acceder al centro de la ciudad. En la paralela calle Urbano Arregui, la retención llega hasta el tramo en el que su nombre cambia a Avenida Diego Ramírez. Los accesos más cercanos a la Nacional 332, situados junto a la factoría de las salinas, te llevan a los atolladeros de la carretera, los cuales ya se producen durante todo el año. También hay dos playas que están atestadas de gente, Los Náufragos y El Acequión, esta última no considerada apta para el baño, lo cual no impide que se llene.

La libertad tipológica fue defendida entonces como una forma eficaz de atraer la inversión inmobiliaria y para paliar los efectos del modelo de crecimiento en horizontal. La modificación no viene a corregir las consecuencias de un incremento urbanístico desmedido, que ha sepultado la mayor parte del término municipal bajo el ladrillo sin aportar las infraestructuras necesarias para tanta población, sino a empeorarlo. Las avenidas y calle mencionadas para las que no hay margen de ampliación y hoy están colapsadas van a tener que dar cabida a un número mucho mayor de usuarios, el desdoble de la N332 no se observa en el horizonte y en las playas cercanas no cabe un alfiler.

Como mencioné al inicio, junto a uno de los proyectos se sitúa el Jardín de Doña Sinforosa, muchos de sus árboles superan la altura de un edificio de cinco plantas, restando vistas al mar desde los edificios, en cuyas imágenes de promoción se estampan sin obstáculos a las vistas desde todas sus alturas. Es obvio que una vegetación frondosa entre tus torres y el mar molesta. Hay proyectada una piscina, cuya separación con el jardín puede llegar a sólo un metro. Cerca del muro de Doña Sinforosa que limita con esta edificación hay por lo menos cuatro árboles de envergadura y por lo tanto, susceptibles de ser afectados por la construcción de la misma, esperamos que todos sobrevivan.

No hay peor herencia política, que hipotecar cualquier capacidad de maniobra de una localidad para cambiar su rumbo, si algo ha faltado en el urbanismo de Torrevieja durante los mandatos del PP, ha sido la racionalidad. Una modificación del PGOU que corrija la libertad tipológica para los terrenos en los que aún no se está aplicando, nos llevará a la necesaria cordura. Un acuerdo plenario parece difícil, pero es de interés de todos, hasta del PP, que debería aproximarse a la racionalidad de la que tanto lleva alejado.