Prácticamente cada año desde que tengo recuerdos he escrito, leído o escuchado que junto a la desembocadura del río Segura ha fallecido una persona engullido por el mar. Guardamar del Segura, como la playa del Rebollo, en Elche, tienen un triste historial, como tantas otras de la provincia y de España, donde cada año cientos de personas (este año van más de 240 en espacios acuáticos) pierden la vida.

El perfil, que publicaba este diario esta misma semana es el de un varón de 35 años que se baña en una playa sin vigilancia. El miércoles una pareja de Murcia, de 39 y 48 años, con dos hijas adolescentes, que veraneaba desde hacía años en el camping Marjal, perdió la vida en una de ellas. Fue en el Tossal, un pequeño paraíso a sólo medio kilómetro de su alojamiento donde no existe vigilancia, algo que se advierte sobradamente en los carteles rudimentarios en castellano e inglés y algo descoloridos que el Ayuntamiento tiene colocados en las pasarelas de acceso. Era un día nublado, no era un día más del verano.

Guardamar tiene once kilómetros de fina arena y tranquilidad pero frente a un mar abierto que, cuando sopla el viento de levante, se convierte en muy peligroso. La desembocadura del río Segura, a poca distancia, ejerce un influjo de corrientes que engañan en medio de este remanso de paz. Cuando ocurrió la tragedia, antes de las diez de la mañana, el servicio de socorrismo no se había puesto a trabajar aunque, de haberlo hecho, tampoco en ese rincón hubiera habido personal para salvarlos.

Desperezarse

Ayer, 24 horas después de la tragedia, la zona donde ocurrieron los hechos se desperezaba lentamente con la llegada de bañistas que, en muchos casos, desconocían la tragedia que en esas mismas aguas se había vivido el miércoles. También ha sido hoy en Guardamar del Segura una mañana de banderas rojas y eran pocos los que se atrevían a mojarse más allá de las rodillas. Quizá por respeto, quizá porque sabían lo que había ocurrido.

Normalidad en la playa de Guardamar donde falleció ahogado un matrimonio

Normalidad en la playa de Guardamar donde falleció ahogado un matrimonio

Sonia Aranda y Juan Carlos Vázquez perdieron la vida juntos. Los familiares no dudaban en consolarse asegurando que, probablemente, él fue a rescatarla después de sentir que las siempres traicioneras corrientes la arrastraban hacia el interior. Los expertos aseguran que, en ese caso, hay que tener mucha sangre fría y dejar que te arrastre y esperar a que te «suelte». Pero una cosa es lo que puede parecer fácil y otra muy distinta enfrentarse a la realidad.