La «Guerilla de pólvora» que ayer recorrió las calles de Orihuela llenó de estruendo las calles en uno de los actos que no tiene termino medio: gusta (o apasiona) o no. El centenar de tiradores que participó tuvo que superar más inconvenientes que nunca, según recordaba ayer Manuel Ortuño, responsable de la organización, por la nueva legislación en materia de seguridad, lo que supuso un descenso de un 15% del número de tiradores con respecto al anterior año (120) porque ahora el que quiere participar debe superar todo tipo de obstáculos hasta obtener el permiso de avancarga, una autorización que no se puede suplir con otras parecidas, como pudiera ser la de cazador. El problema, que llega a la prohibición, para disparar otros artilugios, caso de cañones, también se dejó notar. La ciudad está celebrando sus fiestas con gran seguridad y sin incidentes.

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Guerrilla de pólvora en Orihuela

Un 15% de los participantes fueron mujeres y por las calles de Orihuela se escucharon más de 7.000 disparos de los 105 festeros perfectamente identificados que tomaron parte en la «guerrilla», una fiesta que obliga al festero a quemar la pólvora o ver cómo se diluye en agua al final del recorrido. Las calles contaban con la presencia solo de aquellos que aman la pólvora y de pocos niños, como es habitual; la mayoría, además, hijos de festeros que están aprendiendo este «oficio». Después tuvo lugar la Toma del Castillo y la representación del Pacto de Teodomiro, casi llegando a la medianoche. Hoy será el turno (21.30 horas) de una de las actividades más divertidas de las fiestas como es la retreta y donde el único objetivo será pasárselo bien.