No todo el mundo puede presumir de haberse dedicado en cuerpo y alma a lo que más le gusta y hacerlo, encima, su profesión. Pero Teresa Parra sí. Esta profesora de piano del Conservatorio «Pedro Terol» de Orihuela lleva media vida dedicada a la música. Ha sido la maestra de generaciones de músicos de la Vega Baja y ahora, tras 32 años de profesión, se jubila. «Me da mucha pena jubilarme después de haber dado clases a muchos alumnos que años después han traído a sus hijos, aunque llevaré siempre la música conmigo», dice con tono melancólico.

Uno de los días que nunca olvidará, reconoce, fue el del homenaje, por sorpresa, de sus compañeros del Conservatorio y del Ayuntamiento. «Me emocioné muchísimo porque no lo esperaba, no sabía cuánto me apreciaban mis compañeros». Uno de ellos, el profesor de composición Santiago Quinto, creó una composición dedicada a Teresa que interpretaron todos los docentes, cada uno con el instrumento que domina. «Fue emocionante y nunca olvidaré tampoco cuando dos de mis compañeros, Sonia y Juanjo, me dedicaron un recital que yo misma les enseñé en el año 1989 cuando, con 8 años, eran alumnos míos».

Parra ha sido profesora de Cámara, de Lenguaje y en los últimos años imparte clases a alumnos de entre 8 y 18 años de Conjunto de Piano de grado elemental y de Piano Complementario, una asignatura, ésta última, que deben cursar todos aquellos que pasan por el Conservatorio, toquen el instrumento que toquen. Asegura que la música lo es todo para ella y que no ha cambiado en todos estos años. «Siempre hay que hacerla con ilusión».

Lo que no es igual son las instalaciones en las que imparte clase. Recuerda los primeros años de su carrera musical en Orihuela donde «tenía que dar clases con estufas en invierno, con cubos para las goteras y hasta sin luz, como podíamos, y ahora en el edificio actual ni pasas frío ni calor», señala con una sonrisa. El Conservatorio ha pasado por el Palacio de Rubalcava, la plaza Marqués de Rafal y el Tháder, hasta su ubicación actual en La Lonja. «No sólo han mejorado las instalaciones, también el profesorado y el alumnado», reconoce. Asegura que los jóvenes de ahora sienten la misma pasión por la música clásica que los de antes. «La música se disfruta y se lleva en la sangre, siempre hay afición y los jóvenes se interesan mucho por los clásicos, aunque pueda parecer lo contrario».

Teresa empezó muy joven en el mundo musical con tan sólo 7 años y decidió estudiar la carrera de piano. Su pasión se la ha transmitido a su familia. «Con mi hija Mary muchas veces tocamos juntas el piano en casa y disfrutamos mucho. Nos sirve para relajarnos porque la música hay que vivirla y sentirla, y cuando escucho una obra que me gusta se me ponen los pelos de punta o directamente me pongo a llorar, es lo que se debe sentir», cuenta, como cuando oye «Oblivion» de Astor Piazzolla, su obra favorita.

Esta maestra de jóvenes promesas de la música asegura que una de las mayores satisfacciones es ver a un alumno suyo obtener un reconocimiento nacional o internacional «porque hay mucho nivel en el Conservatorio de Orihuela». Buena parte de estos éxitos es de esta mujer que, a pesar de su virtuosismo con el piano, nunca deja atrás la humildad. Una gran lección.