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Graves lagunas de seguridad en los parques infantiles de Orihuela Costa

Las condiciones de seguridad que tienen los parques infantiles de las playas de Orihuela brillan por su ausencia. La mayoría evidencian una falta de mantenimiento sin que el Ayuntamiento ponga solución

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Graves deficiencias de seguridad en los parques infantiles de Orihuela Costa

Jugar en un parque infantil de Orihuela Costa se convierte en una actividad de alto riesgo. El estado de conservación de la mayoría de estas instalaciones deja mucho que desear ante la pasividad del Ayuntamiento de Orihuela, que los mantiene sin las mínimas condiciones de seguridad, lo que supone un peligro para unas infraestructuras pensadas para niños. Una actitud que molesta, y mucho, a los vecinos.

Hace mucho tiempo que un empleado municipal no acude a estas instalaciones que el paso de los años ha dejado casi en estado de ruina. No sólo la maleza y las malas hierbas crecen a sus anchas, lo más preocupante es el mal estado de los juegos infantiles. Cuerdas carcomidas de columpios, tornillos que faltan en toboganes y balancines a los que sólo les queda el muelle. Es el panorama general de estos parques que los convierte en peligrosos para los más pequeños.

«Llevar a un niño a esos parques es algo suicida». Quien habla así es Tomás Moreno, portavoz de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Orihuela Costa (FAOC). Esta organización solicitó en septiembre que la mejora de los parques infantiles y zonas ajardinadas de la costa se incluyera como propuesta en los Presupuestos Participativos de 2017. En la misma se pedía «de manera urgente y necesaria» que se aplicara una moción presentada en noviembre de 2015 por Ciudadanos (que ahora gobierna en Orihuela con el PP) relativa a renovar y ajustar a la normativa las instalaciones infantiles que lo requirieran. La moción fue aprobada por unanimidad. Sin embargo, un año y medio después, nada se ha hecho.

«Los vecinos de Orihuela Costa nos sentimos abandonados. Sin los presupuestos aprobados, sin la licitación de los servicios va a pasar el verano y sin que se haga nada en la Costa. Aquí se necesita una rápida actuación e inversión en limpieza, asfalto, jardinería y en el mantenimiento de los parques infantiles», asegura Moreno.

La mayoría de estas instalaciones son públicas. En otros casos los parques infantiles están en zonas sin recepcionar, lo que no es impedimento para que el Consistorio se ocupe de ellos ya que está obligado a su mantenimiento, como marca la Ley de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Paisaje de la Comunidad Valenciana, que entró en vigor en julio de 2015, que señala a los ayuntamientos como responsables de la conservación de las urbanizaciones, y sus zonas verdes, al año de abrirse al público.

El boom inmobiliario hizo de esta zona del sur de la provincia una auténtica amalgama de construcciones donde conviven nacionalidades de todo el mundo. Los edificios se ven salpicados por solares y zonas verdes que en su mayoría tienen una falta considerable de conservación y limpieza. En Orihuela Costa residen más de 30.000 vecinos, una población similar a la que tiene la ciudad de Orihuela.

Selva

«Los parques de los niños son una auténtica selva», denuncia Moreno. Y no le falta razón. Este periódico pudo comprobar que las quejas de los residentes de Orihuela Costa están fundamentadas. En La Regia cuesta encontrar los bancos donde tendrían que sentarse los padres y abuelos esperando pacientes a que los niños terminen de jugar ya que la maleza se los «ha comido» literalmente. Tampoco hay menores jugando ya que ningún progenitor responsable dejaría que se subieran al tobogán, al que le faltan varios tornillos en los peldaños de madera ni a los columpios que hace tiempo que desaparecieron.

A un par de kilómetros de allí, el parque de la calle Cilantro aparece rodeado de una espesa vegetación, en mitad de un solar. Sus atracciones no están mucho mejor. Una cuerda carcomida apenas consigue sujetar el columpio, el balancín sólo tiene el soporte y al tobogán le faltan los anclajes y está doblado. Lo único en buen estado es el cartel de «prohibido perros», pero ni los canes se atreverían a cruzar este «frondoso» parque infantil, por lo que se pudieran encontrar.

En La Florida o Villamartín la situación es la misma. La mayor parte de los parques infantiles de la costa, como puede apreciarse en las fotografías, requiere de una actuación municipal para reparar o reponer los juegos necesarios y, al mismo tiempo, llevar a cabo las labores de mantenimiento de desbroce y jardinería imprescindibles para que tengan un nivel aceptable de adecentamiento y operatividad para sus usuarios.

«Fuga» de padres

«Algunos padres se van a los municipios limítrofes para llevar a sus hijos a parques que tengan unas mínimas condiciones de seguridad y mantenimiento, ya que las instalaciones están mucho más cuidadas que aquí, que están abandonadas en su gran mayoría. Sobre todo hay una dejadez de la carretera Nacional hacia el interior, en urbanizaciones como La Regia o Villamartín, donde la conservación es pésima, y mejora desde el vial hacia la costa, en las casas que están más pegadas al mar», comenta el portavoz de los vecinos de la costa oriolana.

En la Dehesa de Campoamor hace un año se inauguró un nuevo parque infantil, que luce lustroso, y es la excepción que confirma la regla en una «selva» de instalaciones muy deterioradas. Es el caso del parque infantil público de la calle Guadalquivir, que parece sacado «del salvaje oeste». De los columpios sólo quedan las cuerdas, eso sí, de hierro y faltan la mitad de los juegos. También los niños, que hace tiempo que lo abandonaron por la falta de diversión. Pronto lo repoblarán nuevos jóvenes ya que justo enfrente las obras de una nueva urbanización avanzan a pasos agigantados y el Ayuntamiento deberá ponerse las pilas si quiere que los nuevos inquilinos perciban una buena imagen de la zona.

En la calle Plutón, en la urbanización de La Florida, cerca de la autovía, una mujer se balancea en el columpio junto a una niña de corta edad. Esta instalación está reforzada con unos anclajes metálicos y su estado es bueno, a pesar de que el vallado de madera, al que le faltan la mitad de las tablas, parezca indicar que su interior está igual de mal conservado, como la mesa de ping-pong bajo la cual han crecido todo tipo de plantas. En el parque de juegos de la calle Otelo, en Villamartín, la valla directamente está en el suelo y han desaparecido hasta las losetas de caucho que evitan daños en caso de caída.

Los vecinos piden una actuación urgente de los responsables municipales para que jugar en estos parques infantiles deje de ser un deporte de riesgo.

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