Es una sociedad más que centenaria, que desde 1891 ofrece su escolta colorista y seria a los tronos que desfilan por Orihuela en Semana Santa. Casi doscientas personas, pero un solo cuerpo en realidad. Moviéndose al unísono, caminando marcial por el asfalto que parecía el martes por la noche puesto allí solo para ellos en un ensayo general que también forma parte de la tradición. Imprescindibles en el relato callejero y narrativo que se dosifica cada uno de los días de la Semana de Pasión, constituyen una de las sociedades más antiguas de España en este tipo de menesteres.

Son una compañía con pedigrí dentro de la Semana Santa, donde casi no es quien no ha desfilado con "Los Armaos". Una de las más populares, por conocida, por respetada. Y por la esencia de ese grupo que se identifica con barrios como el Rabaloche y se forma por reclutamiento familiar. En cualquier casa es fácil encontrar durante estos días, a la entrada, una lanza y unas sandalias de romano. Cerca de la puerta. Que a diario salen, salvo jueves y domingo, ofreciendo escolta y vistosidad a casi todas las cofradías y hermandades oriolanas y protagonizando la emotiva despedida de Nuestro Padre Jesús el Viernes Santo a las puertas del Palacio del Marqués de Arneva. Inseparable de "Los Armaos es "El Turuta", esa marcha militar que entre los oriolanos se quedó también con el nombre de "Isabelita", con su letra coloquial, prohibida en los años sesenta y que es casi una llamada a filas para cualquiera de ellos.

Espera

Su paso es siempre el más esperado y cada jornada, ya muy tarde, después del deber cumplido en el desfile, de la oficialidad y la obligación respetuosa de la procesión, llega la hora del Caracol. Con mayúscula, porque se habla del sello original de la Centuria, de la manifestación de una de sus señas de identidad. De ese momento especial en el que, si el espectador es profano en esto de las procesiones en Orihuela, se verá sorprendido con el movimiento ágil y ordenado de la sección de lanceros en la plaza del Marqués de Rafal. Difícil saber qué pasa con ese lío de capas y hombres que entremezclan sus pasos caminando entre giros y medios giros, después de recogerse obedientes en el umbral del Santuario de Monserrate. En esa coreografía espontánea, espectacular y festiva, esperada y aplaudida con verdadero entusiasmo. No se habrá visto la auténtica Semana Santa oriolana sin las evoluciones del Caracol de la Centuria Romana.