Fue la concentración más multitudinaria que se recuerda para defender el último rincón virgen de la costa oriolana, Cala Mosca. Más de 300 personas se dieron cita ayer en la explanada de Playa Flamenca para alzar su voz contra la construcción de 1.500 viviendas en la zona, después de que el proyecto urbanístico de un promotor, que lleva dando vueltas más de una década, esté más cerca que nunca de salir adelante.

La movilización ciudadana contó con representantes de diferentes partidos políticos, entre ellos el PSOE de Orihuela, Cambiemos, Claro, Podemos, Izquierda Unida de Torrevieja, Sueña Torrevieja y colectivos, entre los que se encontraban la Plataforma Pro-Orihuela Costa y la Federación de Asociaciones de Orihuela Costa, y asociaciones vecinales de todas las urbanizaciones de las playas de Orihuela. Los únicos ausentes fueron el Partido Popular y Ciudadanos, quienes gobiernan en Orihuela.

Los manifestantes realizaron una suelta de globos y los organizadores leyeron un manifiesto en el que pusieron de relieve que la construcción en este reducto virgen de la costa de la Vega Baja supondría la vulneración del patrimonio natural, no garantizaría la protección de las dos especies de flora y fauna endémicas en la zona, la Jarilla Cabeza de Gato, planta protegida incluida en la categoría de vulnerable en el Catálogo Español de Especies Amenazadas y en el Catálogo Valenciano de Especies de Flora Amenazadas desde finales de 2014 y el caracolillo Todorella Mauretanica. Precisamente, la presencia de la primera especie llegó a paralizar el proyecto urbanístico en 2004, pero el promotor realizó una modificación en la que eliminaba las zonas protegidas por la Generalitat. Además, la construcción del sector «D1-Alameda del Mar», como se le conoce técnicamente, supone un crecimiento poblacional en torno a 6.000 personas que agravaría los ya de por sí deficitarios servicios e infraestructuras con los que cuenta este rincón de Orihuela.

Marcha

Pasadas las 12 del mediodía las más de 300 personas iniciaron una marcha hacia el lugar donde está prevista la construcción de las viviendas portando pancartas en las que se podía leer tanto en castellano como en inglés y alemán, debido al gran número de residentes extranjeros, lemas como: «Orihuela Costa, demasiado cemento para pocas áreas verdes», «No a 1.500 nuevas casas», «Salvemos el último pulmón de Orihuela Costa» y «Gracias Parlamento Europeo». Ésta última en referencia al anuncio realizado hace unos días por el Parlamento Europeo, que va a reabrir el expediente relativo a la construcción en esa zona virgen del litoral tras la comparecencia en Bruselas de los ediles de Cambiemos Orihuela, Karlos Bernabé y Marta Guillén, y del exconcejal de Claro, Bob Houliston. El Parlamento va a fiscalizar el informe de impacto ambiental que obligó a realizar el promotor para comprobar que cumple con la normativa.

Una isla en un mar de cemento

La Eurocámara no llevará a cabo la paralización como tal, competencia que le corresponde a la Generalitat Valenciana, y así lo recordaron los concentrados en Cala Mosca. «Hay suficientes razones medioambientales y también económicas para que la Conselleria tome cartas en el asunto y pueda parar el proyecto», señaló el edil oriolano Karlos Bernabé, para quien acabar con esta zona libre de cemento supondría «perder un gran valor y el interés para que vengan turistas a Orihuela Costa porque no hay zonas cuidadas ni carriles para bicis; es una isla rodeada de un mar de ladrillos», señaló.

Para el presidente de la Asociación de Vecinos y Comerciantes de La Zenia, Félix Arenas, la construcción de más viviendas en la costa oriolana supondría no sólo la desaparición de las especies endémicas de la zona, sino también que Orihuela Costa asumiera una población que no podría ser atendida por la escasez de servicios que padecen desde hace años. «1.500 viviendas es una saturación de Orihuela Costa, cuando el Ayuntamiento no está manteniendo ni los servicios ni la recogida de basuras como debería ser», criticó. Arenas reseñó que la costa oriolana está vertebrada por la N332 «y más población nos va a traer el colapso porque ni siquiera la recogida de residuos funciona bien aquí».

Uno de los más activos en la lucha contra la urbanización de Cala Mosca es el exedil Bob Houliston, quien ya presentó más de 7.000 firmas contra ese proyecto de construcción. «Hoy (por ayer) se ha visto la realidad, que los vecinos dicen no a acabar con su más preciado valor natural», indicó.