En 1961, la extinta República Democrática Alemana (RDA) construyó el «Muro de Berlín», como «medida de seguridad y protección antifascista» y que formó parte de la frontera inter alemana hasta finales de 1989. Ese muro, llamado «de la vergüenza» por los medios de comunicación de la época, era de hormigón y estaba coronado por alambre de espinos; tenía 45 kilómetros de longitud (aunque su perímetro alrededor de la ciudad era de 155, aproximadamente), algo más de 3'5 metros de altura y dividía Berlín en dos mitades. Fue el símbolo más significativo de la conocida como «guerra fría» que «dirimían» los bloques comunista, liderado por la desaparecida URSS; y capitalista, encabezado por EEUU. Unas fuentes aseguran que más de 200 personas intentaron saltarlo para huir de la zona comunista, incluidas las 33 que murieron por la detonación de las minas que se colocaron en la «zona roja», mientras que otras consideran que los muertos fueron 125. Roger Waters, organizó, el 21 de julio de 1990 y en la Postdamer Platz de Berlín, un concierto, «The Wall Live» (El muro en vivo), para celebrar la caída del muro y en el que participaron, entre otros, Pink Floid, Van Morrison, Scorpions, The Band, Cyndi Lauper o Bryan Adams. De aquel muro se conservan 1.316 metros convertidos en museo para recordar la sinrazón humana.

Mucho dio que hablar el dichoso muro, aunque ni fue el primero que se levantó, ni, lamentablemente, será el último. Si echamos la vista atrás nos daremos cuenta de que, prácticamente, todos los pueblos y naciones, en algún momento, han construido muros para «salvaguardar su seguridad», aún corriendo el riesgo de aislarse tanto del mundanal ruido que podían llegar a ser ninguneados, aunque esa posibilidad se la «pelaba». No seré yo quien se meta en «camisa de once varas» arrogándome la figura de historiador, porque, entre otras cosas, sería un pedante si me hiciera pasar por el investigador que no soy, además de que no me gusta presumir de lo que desconozco, aunque ponerme al día en este tipo de cuestiones tampoco resultaría tan complicado, ya que para eso está internet.

Bueno, nos metemos en harina y vemos que, como «medida de seguridad», China levantó una Gran Muralla (reconocida por la UNESC O como Patrimonio de la Humanidad) o que irlandeses (Brian Boru o Boroimhe), escoceses (William Wallace) y galeses (Owain Glyndwr) lo hicieron para defenderse de las invasiones británicas o vikingas. Incluso, la aldea de Asterix y Obelix, en La Galia, levantó una muralla para defenderse de los romanos. ¡Hasta Jericó tenía su muralla!. ¿Y en España, qué podemos decir de nuestro país?. Tenemos una muralla muy chula y que levanta la admiración de propios y extraños (también reconocida por la UNESCO), la de Avila. Pero, no hay que irse tan lejos, ya que en Orihuela se levantó una muralla -incluso hay un museo, orgullo de los «olezanos», en el que, aunque últimamente está «chapao», se puede ver parte de ella- y un alcázar amurallado, para defender la villa y corte, y que, lo que queda de él, se puede «intuir» en lo alto del monte de San Miguel, aunque está como Grecia, hecho unos zorros y «to» «tirao» por el suelo.

Seguimos hablando de España, donde tenemos dos murallas, de alambre y espinos; las que nos separan de Marruecos por Ceuta y Melilla y que, últimamente, quieren saltar la tira de subsaharianos. ¿Y qué me decís de los americanos con Guantánamo?. ¡Murallas hay muchas, tal vez demasiadas, en esta pelota azul llamada Tierra!. ¡Europa tiene su muralla con el denominado territorio Schengen!. ¡El Reino Unido ha levantado su particular «muro protector» aprobando el brexit para salirse de la Unión Europea y nadie se ha rasgado las vestiduras!. Sin embargo, ahora sólo se habla de un muro, el que quiere levantar el Tío Donald -no confundir con el pato- Trump en la frontera estadounidense con México. ¿No nos acordamos del escudo/muro nuclear impulsado por los americanos para defendernos de posibles ataques de países ajenos a la OTAN?.

Con todo, hay un muro que, bajo mi más que discutible punto de vista, es más peligroso, el de las ideas. Y lo vemos en las contiendas bélicas, sobre todo en las que protagonizan quienes enarbolan banderas como la religión y se pelean con «to» Dios para, según ellos, defender lo suyo sin dejarnos tranquilos a los demás. Ese muro empezó a levantarse el 11S de 2001, después del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York. ¡Y no hablemos del muro económico, basado en los aranceles!.

Espero que el próximo domingo, en la Oleza mironiana, en la Orihuela de Miguel Hernández o en la Orihuelica del Señor no se levante ningún muro tras librarse la batalla -incruenta- para hacerse con sillón de la Asociación de Moros y Cristianos, que se pretende «conquistar» basándose en dos proyectos que persiguen lo mismo. Dos candidatos. Mientras uno grita -no por mucho gritar se tiene más razón-, el otro se muestra más cauto y sosegado. Alejandro y Pepe. Como dice Angelita, mi madre, ¡que dedo me corto, que no me duela!. Uno mi «hermanico», el otro mi amigo y en medio la Fiesta. ¡No hagáis mucho ruido y cerrad la puerta, que hay corriente!.