¡Sí, se ha abierto la veda! Los de la Academia Sueca de la Lengua, que es la que concede el Premio Nobel de Literatura, han abierto la veda, por lo que, ¡hagan juego, señores; se admiten propuestas para el año que viene! El Nobel, en el apartado de Literatura, se otorga «por una notable contribución a la humanidad». El galardonado en la primera edición (1901) fue el francés Sully Prudhomme, «en reconocimiento especial a su composición poética», mientras que este año se le ha concedido a Bob Dylan «por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción».

Pero, si tenemos en cuenta una serie de circunstancias, creo que, bajo mi más que discutible punto de vista, hay cantautores que reúnen, por lo menos, los mismos méritos -¡sino más!- que Robert Allen Zimerman, más conocido como Bod Dylan, como sería el caso de Cat Stevens, también americano y residente, muchos años, en Ibiza; ¡anda, como Pocholo! No soy crítico musical ni literario, como Joaquín Luqui, José Luis Fradejas, José María Iñigo, Pepe Domingo Castaños, Carlos Tena, Moncho Alpuente, o Beatriz Pecker, ni redactor de las reputadas revistas Rolling Stone o Billboard, ni he trabajado en Radio 3, de Radio Nacional de España, pero quiero recordar ­-¡y recuerdo, qué coño!- que siempre se ha dicho que el mejor poeta urbano era canadiense y Premio Príncipe de Asturias, Leonard Cohen, en cuya tarjeta de visita se podía leer «poeta, novelista y cantautor», pero han «tardao» tanto en darse cuenta que, al final, se ha muerto y a los muertos no se les concede el Nobel.

¡Hombre, no me quiero meter donde no me llaman, porque doctores tiene la Iglesia, ni ser tan osado como para criticar la designación del señor Dylan, que, entre otros trabajos, tiene como referencia «Blowin in the wind», «Kcnokin On Heavens Dors» (Llamando a las puertas del cielo), que se incluyó en la banda sonora de la peli «Pat Garrett and Billy the Kid», de Sam Peckimpah, y ha sido versionada por, entre otros, Guns N´Roses, o «Huracan»! Mientras, Cohen tiene coplas como «Suzzane», «So Long Marianne» o «The Partisan», entre muchísimas más. También se ha dicho -y reconocido- que en esto de la poesía urbana ¡ha habido un antes y un después de The Beatles -sobre todo Paul y John- o de Elton Jhon! ¡Me cachis!

Puestos a reivindicar cantautores europeos, a quienes se les considera poetas urbanos, me vienen a la memoria muchos, pero citaré a George Mustaki, con «Le Meteque», o Jack Brel y «Ne me quitte pas». ¿Queréis algunos latinos?; por ejemplo Armando Manzanero. ¿Suramericanos?; Carlos Puebla («Hasta siempre»), Silvio Rodríguez («Ojalá», «Óleo de una mujer con sombrero» o «Quien fuera»), Pablo Milanés («Yolanda» o «Yo no te pido»), representantes de la Nova Troba Cubana o, a título póstumo, Víctor Jara («Te recuerdo Amanda»). ¿Nacionales?; Antonio Vega, Antonio Flores, Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina, Raimon, Luis Llach o, sobre todo y según dicen los que entienden de poesía urbana, Joan Manuel Serrat, sin olvidarnos de Manolo Díaz (Aguaviva), Cecilia y María Ostiz.

Si es por nombrar poetas urbanos, ¿quiénes mejor que los monjes y sus Cantos Gregorianos o el Nuevo Mester de Juglaría? Y ya puestos, ¿habrá poetas urbanos más relevantes que Cañita Brava, Rodolfo Chiquilicuatre, Chiquito de la Calzada, la Charanga del Tío Honorio o Los Payasos de la Tele o Zapato Veloz?, con su «Tractor Amarillo».

Los españoles, en esto del Premio Nobel de Literatura, no vamos mal dados, ya que tenemos seis: José Echegaray (1904), Jacinto Benavente (1922), Juan Ramón Jiménez (1956), Vicente Eleixandre (1977), Camilo José Cela (1989) y el hispano-peruano Mario Vargas Llosa (2010). En el pódium de los países más reconocidos con el Nobel de Literatura encontramos, en lo más alto del cajón, a franceses (quince), seguidos de estadounidenses (doce) y alemanes (diez). En el vagón de cola están Guatemala (Miguel Ángel Asturias), Colombia (Gabriel García Márquez), México (Octavio Paz) o Portugal (José Saramago), por citar a los de habla hispana, porque hay más, hasta diecinueve países, con un sólo entorchado.

Lo dicho, los académicos del Nobel han abierto la puerta y ahora a ver quién es el guapo que la cierra o, por lo menos, la entorna, porque estos señores, con su decisión, han dejado entrever que, en el panorama literario, hay poco donde elegir y menos para otorgar un premio tan prestigioso como el sueco. ¿Poetas urbanos?; ¡coño, Manuel Alejandro, padre de muchas canciones importantes en las discografías de Raphael o Rocío Jurado! ¿Y qué me decís de José Luis Perales y Víctor Manuel?

No sé si el espíritu que impulsó a crear los premios que llevan el nombre de don Alfredo Nobel es el que se ha utilizado para concedérselo a Bob Dylan, pero, en mi modesta opinión, hay mucha gente que se lo merece, por lo que, como sucedió en el año 1904, se podía haber dado compartido y se habría quedado de «puturrú de foie», pero como he dicho antes, ¡doctores tiene la Iglesia, amigo y donde hay patrón no manda marinero!

Por cierto, ¿os parecería mal que se diera el Premio Nobel de Literatura a la Real Academia por el rico refranero español; ¡eso es poesía urbana!, ¿no?. ¡Se ha abierto la veda; hagan sus apuestas!.