Un pequeño terremoto de 2,4 grados en la escala de Richter sobresaltó ayer a cientos de vecinos de la Vega Baja, especialmente a los de Torrevieja que pudieron notar con más intensidad como el suelo temblaba bajo sus pies. El sismo fue registrado por el Instituto Geográfico Nacional, que determinó que el epicentro se había situado a una profundidad de 16 kilómetros.

El seísmo se sintió también en las localidades alicantinas de Guardamar del Segura, Bigastro, Los Montesinos, Almoradí, Algorfa, Rafal y Pilar de la Horadada. Ayer no trascendió que el leve terremoto hubiera provocado ningún tipo de daño más allá del susto que se llevaron algunos residentes y veraneantes, que pudieron notar con más intensidad la vibración si se encontraban en plantas altas de edificios. De hecho, fue uno de los principales temas de conversación en playas y establecimientos hosteleros de la localidad.

Habituales y beneficiosos

Según han explicado en numerosas ocasiones desde la Unidad de Registro Sísmico de la UA, del Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio ambiente, los terremotos de baja magnitud, como el ocurrido ayer, son muy habituales en la zona y todos los años se registran varios de ellos. Según los expertos, son en cierta forma beneficiosos puesto que ayudan a liberar la presión del subsuelo y evitan que se produzcan terremotos mayores.

De hecho, la Vega Baja es la comarca de la Comunidad Valenciana con mayor peligro de sufrir un terremoto grave, según indicó en un informe la Agencia de Seguridad y Respuesta a las Emergencias con ocasión de la firma de un convenio con el Instituto Valenciano de Edificación para crear muna bolsa de arquitectos y técnicos para la evaluación de edificios.