La historia de Javier Belmonte parece sacada de un guión. Este oriolano, de 35 años, se encontraba el domingo de regreso a su residencia vacacional en Playa Flamenca con su mujer y sus hijos, tras una intensa mañana de playa, sobre las 14 horas, cuando unos gritos procedentes del paseo marítimo le alertaron de que algo no iba bien. Pese a estar a más de 100 metros de la playa «cuando oí los gritos, supe lo que pasaba y sabía que tenía que ir, eché a correr».

Su intuición no le falló, y cuando llegó al paseo vio que los gritos procedían de una familiar de una adolescente de unos 14 años, que estaba siendo arrastrada por la corriente, tras ser alcanzada por una ola muy cerca de la orilla. Dos socorristas del servicio de salvamento trataban de sacarla sin éxito, así que no se lo pensó dos veces y se sumó al equipo de rescate. Javier conoce bastante bien esas aguas. Ha sido socorrista en esa misma playa cuando el servicio lo prestaba Cruz Roja, entidad de la que sigue siendo voluntario. Un oficio que ejerció durante una década pese a que ahora es instalador electricista.

«No podía más»

«Cuando me acerqué, el socorrista que estaba más cerca de la chica estaba exhausto, me pidió que la cogiera, que él no podía más». Y así lo hizo, consiguió enganchar a la bañista a la lata de rescate y sacarla del agua, donde los equipos de emergencia le prestaron la correspondiente ayuda médica como consecuencia de su lucha contra las olas y la ansiedad provocada por la situación. Uno de los socorristas, el que también pidió ayuda a Javier, tuvo que ser atendido en el hospital, según apuntó ayer la edil de Playas, Sofía Álvarez, a este diario, por la misma situación. Por tanto, la intervención altruista de Javier fue determinante para el rescate, no solo de la bañista, sino del socorrista que trató de salvarla.

«La satisfacción que se siente ante algo así no se puede explicar. Por eso me dediqué durante tanto a tiempo a esto. La cara de agradecimiento de la gente cuando la sacas del agua... no hay palabras», asegura Javier. El del domingo es el primer rescate que realiza fuera de servicio, algo que no dudaría en volver a hacer si fuese necesario, y a lo que se suman las 21 atenciones realizadas en su labor como socorrista.

Bandera roja

El viento de Levante que predominó durante toda la jornada del domingo izó la bandera roja en prácticamente todas las playas del litoral de la comarca. Sin embargo, «en Playa Flamenca no había ninguna bandera. Pregunté al llegar a la playa a los socorristas por el estado del mar, y me dijeron que estaba la bandera amarilla pero que no la pudieron poner porque el día anterior se las había llevado por error un compañero. A última hora de la mañana, cuando ocurrió el suceso, yo hubiera puesto la roja», afirma, circunstancia que confirmó ayer la edil Sofía álvarez, quien apuntó a que «había bandera roja».

Por tanto, la edil quiso advertir de la importancia de respetar la prohibición de baño en días de fuerte oleaje. No en vano, la semana pasada falleció una mujer de 57 años en la Playa de Glea, con la bandera roja izada, y una pareja de ancianos tuvo que ser rescatada en Guardamar, atrapados en una corriente.