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Torrevieja

Un museo que vive en un almacén

La Junta Mayor de Cofradías lleva seis años esperando contar con un edificio suficientemente grande para albergar su patrimonio

Un museo que vive en un almacén tony sevilla

Escondido entre urbanizaciones y chalés adosados se encuentra el edificio que alberga el viejo Museo de la Semana Santa. No es fácil llegar. Allí nos espera el presidente de la Junta Mayor de Cofradías de la Semana Santa de Torrevieja; Jesús Sánchez, quien, resoplando, nos comenta «la buena y céntrica ubicación» del nuevo museo de la Semana Santa que se está construyendo en la avenida de las Habaneras avenida de las Habaneras, junto a los juzgados de la ciudad. Un museo que llevan seis años esperando como un espacio exclusivo para las cofradías torrevejenses.

La decisión del equipo de gobierno de destinar el edificio a usos múltiples cayó como un jarro de agua fría entre los cofrades de la ciudad que, que respiraron aliviados el pasado jueves cuando la oposición del PP obligó a dejar sobre la mesa el cambio de usos del espacio, que llevaba a pleno el equipo de gobierno y que destinaba un par de plantas, las de mayor altura, y los sótanos, para la exposición de los tronos y enseres con los que cuentan las 14 cofradías torrevejenses. «El Ayuntamiento se quiere quedar con los tres pisos superiores y el ático. Nos quedamos con 300 metros cuadrados menos que los que tenemos aquí y mira en qué condiciones tenemos la exposición», se queja Jesús Sánchez.

Lo comprobamos nada más entrar. Los 19 tronos que tiene el Museo están pegados unos a otros. Sólo queda un pequeño espacio entre ellos que se aprovecha para exponer, ladeados, los achotes, como conocen en la ciudad a los cirios. Los tronos llevan sorpresa por debajo. El manto cubre las cajas, herramientas y hasta otros pequeños tronos que por falta de espacio se ven obligados a recopilar allí.

En bolsas de basura

No hay que ser muy observador para ver detrás de uno de ellos unas bolsas de basura en las que guardan enseres que deberían estar expuestos. El viejo museo da la sensación de ser más un almacén de las cofradías que un espacio expositivo. «Cuando adquirimos piezas de más calidad compramos vitrinas para proteger lo más valioso, pero tenemos que aprovechar cualquier rincón para tener trastos. Un problema que se iba a solucionar cuando entráramos en el nuevo museo», comenta Sánchez, justo antes de tropezarnos con un pequeño trono que está en medio del pasillo y al que le han puesto ruedas para llevarlo «de acá para allá, donde quepa».

La situación es aún más caótica en algunas de las salas del edificio, donde las cajas se amontonan unas encima de otras, junto a algunos trajes y piezas de orfebrería. Allí guardan los libros de actas y publicaciones de los últimos 32 años. Todo estaba listo para ser trasladado al nuevo museo. «Los cofrades tendrán que llevárselo a su casa, como ocurre ahora con la mayoría de trajes y mantos, porque de aquí nos tenemos que ir cuando acaben las obras del nuevo edificio», señala. Tratamos de no tropezarnos con los caballetes amontonados antes de llegar a la oficina, un lugar que temen perder con la nueva reubicación que pretende el Ayuntamiento. «Hay tronos que valen más de 50.000 ? y tenemos un importante patrimonio que ha hecho grande a nuestra Semana Santa y eso no lo valoran, porque subyace un motivo religioso», se queja. La Junta, que cuenta con 2.000 socios, tiene preparados los dossieres para obtener el reconocimiento turístico autonómico, pero necesitan el apoyo institucional que, dice, ahora no tienen.

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