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Donde Torrevieja pierde el nombre

Hosteleros y comerciantes critican la decisión de la salinera de suprimir el origen del producto

Donde Torrevieja pierde el nombre

La sal deja de ser de Torrevieja. Dos nombres unidos desde hace siglos por la historia y por el orgullo de una ciudad nacida a la sombra de sus montañas de sal, vienen a separarse por efecto de la globalización. En los últimos meses han ido desapareciendo de las estanterías de los supermercados y de las tiendas de alimentación gourmet y de regalos los envases y tarros que siempre señalaban a Torrevieja como origen de la sal de mesa. El Grupo Salins, propietaria de las salinas de Torrevieja -principal explotación de sal marina de España-, ha comenzado a comercializar la sal de todas sus salinas bajo la marca internacional La Ballena, sin distinguir la denominación de su origen.

Si usted es de los que miran ingredientes y procedencias de lo que compra podrá comprobar que en los llamativos y cómodos envases azules que han salido al mercado, la marca solo remite a la sede de Unión Salinera de España en una zona comercial y de oficinas de Madrid. Buena parte de la sal marina de mesa que la empresa gala comercializa en España es de Torrevieja, pero no se especifica al consumidor por ninguna parte.

La Ballena es la marca que Salins, una firma nacida hace 160 años en el país vecino, utiliza para la distribución de su sal de consumo doméstico no solo en el mercado nacional, sino también en otros países como Inglaterra o Estados Unidos a los que vende sus productos. Incluso Salins ha logrado poner en el mercado una sal sin sal. La Ballena Esencial: el sabor de la sal con un 50% menos de sodio.

Cierto es que además de las salinas torrevejenses la Unión Salinera, filial de Salins en España, cuenta con otras pequeñas explotaciones de sal marina como las de Santa Pola (Bonmatí) y Cabo de Gata, donde sí mantiene el producto artesano de Flor de Sal. Y sus denominaciones específicas también han sucumbido al mercado global.

Pero en Torrevieja, donde la sal sigue siendo lo que aglutina ese sentimiento de patria chica que tienen los pueblos y que algunos llaman identidad, quitar el nombre de origen en cada bolsa de sal tiene más que ver con el tema económico con una cuestión de honor.

Disal, la marca que daba la vuelta al mundo desde 1923 y que era reconocible por cada torrevejense estuviera donde estuviese, ha desaparecido de casi todos los sacos, envases de plástico (los populares «paquetes» de un kilo) y tarros.

Incluso la sal vendida bajo el nombre de Sal de Parques Naturales, aprovechando la protección del entorno natural donde se ubica la industria salinera, ya no se puede encontrar. Un formato más exclusivo para consumo asociado a la calidad que hosteleros y comerciantes de Torrevieja incluían en su mejor oferta para el turismo, vendiendo el origen de una sal que se sigue extrayendo del Parque Natural de las lagunas de La Mata y Torrevieja. Aunque queda algo de este producto en almacenes, la mayoría de tiendas ya no lo pueden obtener. El reclamo ecológico funcionaba para aquellos comercializadores y clientes que buscaban algo de valor añadido en un producto tan económico. Algo que estaba además en consonancia con el proyecto de abrir la explotación salinera al turismo. Un proyecto que a mediados de 2015 estaba tan avanzado que la propia firma contaba con una página web donde informaba sobre los horarios de visita y recorridos en tren turístico, precios de la entrada y oferta de la tienda en el centro de visitantes.

Granel y carga

La decisión de la salinera, como tantas otras desde que Salins se hizo con el control de esta industria tradicional, se ha conocido cuando ya era un hecho consumado. La viabilidad de la explotación y su rentabilidad no dependen del consumo de sal de mesa. La empresa, en la que ya solo trabajan de forma directa, al margen de subcontratas temporales, 80 trabajadores, ha enfocado sus esfuerzos en los últimos años en reforzar la línea de exportación de sal a granel, con destino al deshielo. Es mejor la sal marina de Torrevieja que otras a la hora de conservar las carreteras, y su transporte también es competitivo. Torrevieja es capaz de embarcar diez mil toneladas mucho más rápido y barato que en otros lugares. La cinta de la sal que transporta el producto desde la laguna al dique de Poniente de su puerto permite realizar la operación con muy poco personal.

El interés por la sal de mesa ha ido perdiendo conforme se han perdido también los distribuidores que la transportaban por carretera. La mayor parte de las 600.000 toneladas que se producen de media en Torrevieja se destinan al deshielo y la industria química. Solo 100.000 se destinan a la industria alimentaria, y la sal de mesa supone una reducida parte del total, aunque su impacto en la imagen del consumidor es mucho mayor que el que puede producir la utilización en salazones, fabricación de PVC, industria química, perfumería, jabones, curtido de pieles, deshielo o cualquiera de los 14.000 usos que se le pueden dar a esta cosecha «blanca». En Torrevieja, unas empresas locales se dedican a envasar sal al margen de la industria principal.

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