Disfrutar de cerca del yacimiento que a sacado a la luz hasta 23 mezquitas de la época andalusí a la vez que se pone en valor el patrimonio de Guardamar del Segura y su historia. Este fue el objetivo de la jornada de puertas abiertas que realizó ayer el Museo Arqueológico de Guardamar en la rábita islámica, y que reunió a cerca de 200 personas en las dos sesiones ofrecidas. Se trata de una especia de «monasterio» islámico, tal y como explicó Antonio García, el arqueólogo del museo de la ciudad, un lugar «de oración donde los musulmanes venían a hacer el retiro espiritual». Un complejo formado por tres hileras de mezquitas, de las que se han excavado tres cuartas partes, y que se trata de «un lugar único ya que es de los pocos que se han conservado, gracias a que la arena ha cubierto por completo» la zona.

El complejo se encuentra a escasos metros de otro de los yacimientos arqueológicos de la ciudad, el fenicio, que data del siglo VIII a.C. El equipo de arqueólogos, entre los que se encuentra García, descubrió la rábita en la primera campaña de excavaciones iniciada en 1996. Para entonces, pensaba que los primeros restos hallados pertenecían a una cúpula de algún templo del siglo XVIII, por lo que la sorpresa fue mayúscula al descubrir que se traba de estas construcciones islámicas, del siglo X. «El hallazgo de un candil fue lo que nos dijo que estábamos equivocados y estábamos ante otra cosa», explicó García.

Hasta el día de hoy, otras siete campañas de excavación se han sucedido en el complejo, que está a falta de su adecuación para abrirlo al gran público, como el techado aéreo para su conservación y otras labores de mantenimiento. Un proyecto que iba a consolidarse con una subvención «que desapareció» con fondos Feder de la unión europea pero para la que «ya hemos conseguido el compromiso de la dirección general de Patrimonio de la Conselleria para realizar acciones para finales de año», ya que «la labor de todo buen arqueólogo concluye cuando pone a disposición del público el yacimiento, ya que es patrimonio de todos».

Entre las curiosidades del pueblo andalusí que se asentó frente a la costa de Guardamar para realizar este retiro espiritual, se encuentra el hecho de que, después de 200 años de asentamiento, la principal hipótesis de abandono del complejo pasa por un terremoto, consecuencias que bien conoce la ciudad pues, en 1829, un seísmo obligó a reconstruir parte de, no solo Guardamar, sino otras ciudades como Almoradí. Sus costumbres, recursos de los que disponían y sus hábitos gastronómicos también sirvieron para realizar este particular viaje a la Guardamar andalusí, que aún conserva numerosos vestigios de su cultura, tradiciones y costumbres, y que tan importante es conocer para entender, no solo de donde venimos, sino a dónde nos dirigimos en el futuro.