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Miedo a ser expulsados a Turquía

La concejala de Almoradí María Jesús Pérez viaja al campo de refugiados de Idomeni en Grecia

Miedo a ser expulsados a Turquía

«La situación en Idomeni es insostenible. Entré en estado de shock cuando me encontré con un campamento formado por al menos 12.000 personas que viven en tiendas de campaña, sobre un suelo embarrado, sin condiciones de ningún tipo y donde cada día luchan por sobrevivir e intentar conseguir lo más básico, que es comida». Así describe María Jesús Pérez Galant, concejala de Servicios Sociales de Almoradí, su visita al citado campo de campo refugiados griego, formado sobre todo por sirios que, según su percepción, han recibido con incertidumbre y miedo la decisión de la Unión Europea de deportarlos ahora a territorio turcodecisión de la Unión Europeadeportarlos territorio turco, alejándolos todavía más de su sueño de encontrar un futuro algo más próspero en una Europa en la que pretender resguardarse de la cruenta guerra de la que huyen.

Pérez Galant viajó hace una semana a Grecia como voluntaria para colaborar con una situación humanitaria que califica de extrema emergencia. Lo hizo arropada por una agrupación ciudadana de ayuda al refugiado surgida en el seno del pueblo griego. No tiene siglas y no depende de ninguna organización superior, sino que se ha forjado entre griegos que tratan de ayudar a sobrevivir a los refugiados que han llegado y que siguen llegando, en su mayoría desde Siria, Irak y Afganistán. Así, recogen comida, ropa y enseres tan básicos como tiendas de campaña para ayudarlos a salir adelante. «En Idomeni hay presencia de organizaciones como Acnur o Médicos sin fronteras, entre otras, pero son tantas las personas que malviven allí que los recursos no son suficientes y sigue faltando ayuda», relata la concejala.

«Viven sin condiciones de ningún tipo, rodeados de insalubridad y con una desesperante falta de comida. Participé en una colecta de alimentos por bares, supermercados y entre particulares de la localidad y llevamos un carromato con cerca de 400 bolsas de comida que desaparecieron en tan sólo unos segundos», prosigue.

En tierra de nadie

Según su experiencia, Idomeni es «un pequeño infierno formado sobre todo por niños y mujeres que están en tierra de nadie buscando comida, es un caos. Buscan leña como locos para tratar de combatir el frío porque viven a la intemperie. Las condiciones son infrahumanas. Desde lejos avistas lo que parece ser un camping, pero te acercas y es brutal. Es algo que emocionalmente te rompe, te deja en estado de shock y sientes impotencia y rabia al pensar dónde va a ir esta gente».

María Jesús Pérez ha constatado que en su mayoría son mujeres y niños porque en muchos casos los padres de familia fueron los primeros en cruzar en patera el mar Egeo para llegar a Europa a través de las islas griegas. «Ellos ya están instalados por diferentes países pero ahora se encuentran con que sus familias han quedado bloqueadas en tierra de nadie y no pueden reunirse con ellos. Viven con miedo a ser expulsados a Turquía y tampoco pueden volver a sus casas porque han sido destrozadas en la guerra. Hay mucha confusión y la Policía incluso reparte panfletos para advertir que no se crean que se van a abrir las fronteras. También hay mafias que se están aprovechando».

La edil cuenta cómo colaboró en el traslado de una de las familias formada por un matrimonio y cuatro menores hasta una casa de acogida. «Fue algo muy impactante, ver como al llegar le besaban las manos a la mujer que los acogió y le daban las gracias por salvarles la vida».

Ayudar desde la Vega Baja

Ya de vuelta, la edil reivindica que desde aquí también se pueden hacer cosas para ayudar a estos refugiados. Ese es el objetivo del nuevo movimiento ciudadano Abriendo Fronteras Vega Baja, que se presentará en el centro cultural de Almoradí el 1 de abril a las 19.30 horas. Su pretensión será enviar comida y productos de primera necesidad a los refugiados, hermanándose con asociaciones griegas y también creando conciencia entre los españoles sobre la importancia de ayudarlos mediante redes de casas de acogida. «Hay que quitarnos la idea de que vienen a colapsar nuestro sistema sanitario o educativo. Es gente que viene huyendo de una guerra y es necesario que los ayudemos. No podemos dejarlos morir», concluye la edil.

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