Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El monstruo de la basura en la Vega

La mala gestión de los residuos en la comarca ha alimentado el rechazo social a las plantas de desechos

Una imagen de la planta de valoración de residuos de la localidad valenciana de Algimia de Alfara. m. a. rives

Dieron tanto de comer al monstruo de la basura que se ha acabado haciendo tan grande que ahora parecen no saber como enfrentarse a él. Los alcaldes de la Vega Baja y la Generalitat buscan una solución para poner orden a la eliminación de las casi 250.0000 toneladas de residuos que se generan cada año en la comarca. Es un tema que preocupa, ahora más que nunca, porque la factura de llevar los residuos hasta Villena Villena o Jijona se ha disparado. Se trata de una consecuencia directa de la falta de planificación en este ámbito durante los últimos años, o más bien del resultado de un plan enfangado por la corrupción de políticos y empresarios que intentaron sacar tajada del Plan Zonal. El caso Brugal, las devastadoras consecuencias de la mala praxis en la gestión de las basuras en la Vega y la oportunista demonización de las plantas de tratamiento de desperdicios para obtener rédito político han derivado en un rechazo social tan legítimo como difícil de revertir. Pero antes o después, todos aquellos que por unos u otros intereses han cebado al monstruo de la basura para obtener beneficios se tendrán que enfrentar a él.

El Consorcio de Residuos de la Vega Baja, presidido por Manuel Pineda (PSOE), organizó el pasado martes una visita a la planta de transferencia de basuras de Sagunto y a la de valorización y vertedero de Algimia de Alfara. Participaron buena parte de los alcaldes. Hubo más socialistas que populares dado que éstos cuentan ahora con más representación política y, por lo tanto, llevan el timón del ente que debe buscar la solución a cómo y dónde tratar los desechos. Acudieron también representantes de los colectivos vecinales y ecologistas que durante años han venido presionando para evitar primero el vertedero de Torremendo y después el de Albatera. Era pues una buena ocasión para poder hacer una radiografía global de un tema que sigue levantando ampollas y sobre el que parece no haber consenso.

Ver y oler

La intención de Pineda y sus consejeros era que todos vieran y olieran dos de las instalaciones que están consideradas como las más eficientes de la Comunitat en materia de tratamiento de residuos. Prácticamente todos los políticos coincidieron en las bondades de la planta de transferencia visitada, básicamente porque ahorraría costes. Allí, los camiones abocan los desperdicios en remolques y se llevan después al vertedero. Que hace falta algo similar en la Vega es algo que tienen bastante claro pero, ¿dónde ubicarla? Mientras unos regidores escurren el bulto, otros se autoexcluyen de la quiniela argumentando que en sus polígonos industriales no tienen espacio. También los hay que dicen que es necesario que se ubique en un punto equidistante y próximo a la autopista. ¿Almoradí quizá?

Ese ha sido precisamente uno de los municipios que se ha interesado por conocer qué beneficios reportaría esa instalación a la localidad en términos económicos y de creación de puestos de trabajo. Su alcalde, Jaime Pérez (PSOE), sopesó en principio una nave del polígono y dijo después que existía otro emplazamiento alejado del casco urbano que no provocaría molestias.

Pero si antes eran los socialistas los que levantaban la pancarta para criticar los males de una planta de transferencia en Cox -bajo el pretexto, eso sí, de la investigación del Brugal-, ahora son los populares los que empiezan a comportarse como tal. El PP de Almoradí, con el apoyo de C's, aprobó recientemente una moción que obligaba a retirar el ofrecimiento del Ayuntamiento al Consorcio. Todo ello tras calentar el debate sobre el tema en redes sociales y poner en contra a medio municipio. O dicho de otro modo, alimentando un poco más al monstruo de la basura.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats