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Torrevieja

Esta permuta es una ruina

La operación se validó en los últimos meses de mandato del alcalde Pedro Hernández Mateo, en 2011

Esta permuta es una ruina Tony sevilla

Torrevieja cuenta con una casa semiabandonada y protegida y un solar donde se hace botellón todos los fines de semana desde 2011. A cambio, un empresario recibió del municipio un solar terciario valorado en casi dos millones de euros donde ahora se levanta un tanatorio. Ese es el resultado de la polémica permuta que el Ayuntamiento validó en los últimos meses de mandato del alcalde Pedro Hernández Mateo, en 2011, y que se fraguó a petición de la empresa, no del municipio, según figura en el expediente.

Como resultado de ésta el antiguo hogar del pensionista de la calle Azorín es propiedad del Ayuntamiento hace más de cuatro años, 318 metros de parcela -planta baja y una altura- de un edificio protegido que no se puede descatalogar fácilmente para levantar más plantas. Su adquisición fue justificada por el entonces alcalde y el concejal Francisco Moreno para construir un centro cultural «en el centro del pueblo» (dice textualmente el informe). En esos días estaba a punto de inaugurarse el Auditorio Internacional en el que la Generalitat invirtió 53 millones. Hoy la mayor actividad que registra la casa de la calle Azorín que recibió el municipio, valorada en 1.355.571 euros y datada a finales del siglo XIX, es dar cobijo a una colonia de gatos callejeros.

Al empresario Torrevieja entregó a cambio un suelo de 6.587 m2 valorado en casi 2 millones de euros en el que se está levantando ahora un tanatorio, junto a la Avenida de Delfina Viudes, en el polígono Casagrande.

Zona Verde

En esa operación, y para equilibrar la valoración de los bienes, el municipio también recibió del empresario 3.493 metros clasificados como zona verde -lo que impide al Ayuntamiento edificar en ellos-, en el mismo polígono industrial pero que el municipio tampoco ha ejecutado a día de hoy. Lo que alberga es un destartalado solar, valorado en 628.000 euros, al que acceden sin control los vehículos de docenas de jóvenes los fines de semana de verano para hacer botellón, entre la Avenida de Delfina Viudes y Rosa Mazón.

La permuta es un instrumento urbanístico que sirve a los ayuntamientos para entregar bienes municipales a cambio de otros que supuestamente cuentan con el mismo valor y en manos privadas. En este caso, la maquinaria administrativa del Ayuntamiento se puso las pilas a petición de un particular, no del interés general. El 21 de diciembre de 2010 Enrique Riquelme de la Torre, un conocido empresario de la Vega Baja con negocios de contrucción, presentaba la propuesta de permuta. En un alarde de diligencia poco habitual para cualquier administración local, el concejal del área de Urbanismo en aquel momento, inició el expediente solo 8 días más tarde. En la documentación que se elevó a junta de gobierno y al pleno, no figura que el primer paso lo dio el empresario. En el expediente original sí aparece.

Justificación

El edil del área justificó toda la operación asegurando que el Ayuntamiento estaba interesado en implantar en la casa de Azorín 20 un «centro cultural en el centro del pueblo». Un punto de encuentro cultural donde puedan «expresarse las distintas corrientes artísticas, culturales y vecinales que no encuentran idoneidad en grandes aforos, como el auditorio municipal». Para el entonces concejal ese servicio podía ser prestado en la parcela ubicada en la calle Azorín, en el antiguo edificio de la asociación de jubilados y pensionistas por su valor histórico y sentimental, dice el informe. Recordaba que está catalogado por su interés tipológico y tradicional y se encuentra en un entorno con gran «interés patrimonial» con varios edificios catalogados «por lo que su obtención contribuirá sin duda a su mantenimiento y rehabilitación», decía el concejal poco antes de que la Generalitat inaugurara el Auditorio Internacional.

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