La «espolsaguera» montada en Torrevieja por el juego de rol zombie del próximo Halloween es mucho más de lo que parece. El evento, una herencia del PP, era una oportunidad de demostrar que se puede gestionar de otra forma y existen otras prioridades, pero ha resultado que no: el nuevo concejal de Cultura ha hecho lo mismo que habría hecho el anterior del PP, pagar lo que haga falta para hacerse una foto bonita.

Para no buscarle los tres pies al gato voy a ignorar que los 18.000 euros que se le van a pagar a la empresa es justo lo máximo que se puede pagar a dedo; esto es, sin sacar el gasto a concurso (una casualidad muy llamativa, por cierto). Así que voy a centrarme en el fondo y no en la forma. Un Ayuntamiento en la situación económica en la que esta el nuestro y una ciudad como Torrevieja, con tantas carencias sociales y estructurales resultantes de 27 años de gestión de la Banda del Boticario, no se puede permitir gastarse ni un euro en caprichos estúpidos como este.

Confío en J.M. Dolón y F. Serrano, sé que tienen clara la ruta y es comprensible que los primeros meses se cometan errores por inexperiencia o porque no saben aún del pie del que cojea algunos de sus socios de gobierno, pero mientras el tiempo pone a cada uno en su sitio estos errores tienen también su lado positivo; en este caso, nos sirve para poder abrir el debate sobre uno de los mayores despilfarros organizados heredados de la era Hernández Mateo: el Instituto Municipal de Cultura (IMC).

Con un presupuesto desmesurado y a todas luces desaprovechado, el IMC nunca ha sido lo que debería, un instrumento para generar cultura, ha sido siempre un instrumento electoral al servicio del PP, una maquina de contentar estómagos agradecidos y de producir titulares a costa del erario público, y eso, tiene que acabar.

La reducción de su presupuesto de forma drástica, lo que permitiría poder destinar más fondos a otras necesidades mucho más perentorias, es imprescindible, tan imprescindible como que empiece a comportarse como un verdadero instituto de promoción cultural. Para ello en su equipo rector debe haber un equipo técnico especializado que decida la programación cultural, el papel de la Concejalía debe limitarse a llevar a cabo lo mejor posible la programación al menor coste posible y el del concejal el de firmar lo que le pongan delante sin preguntar, al menos, hasta que haya un concejal que de verdad entienda algo de cultura y no sea solo una cara.

Espero que la foto de Alejandro Blanco y Pablo Samper promocionando un juego de rol sea la del último despilfarro que hace este gobierno, los que hemos votado cambio queremos cambio de verdad, no variantes de lo mismo de antes.