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Torrevieja

El último calafate

Ildefonso Rodríguez construye y repara barcas y embarcaciones de madera en la laguna salinera

Imagen de la ya famosa nave que acoge el astillero. D.P.

Algo abrumado por la polémica, Ildefonso abre una carpeta llena de documentos que el tiempo ha ido volviendo amarillos. Dentro aparece la autorización expresa -y original- de la Dirección General de Puertos, fechada el 26 de agosto de 1988, por la que se permite la instalación de los astilleros que durante décadas habían desarrollado su actividad en la zona ocupada ahora por un puerto deportivo, hasta su actual ubicación al principio de la playa del Acequión. También aparece la licencia de la Junta de Gobierno Local del 22 marzo de 1989 para construir una nave con vallado en esa zona sobre la arena, el abono de las tasas, y el proyecto del ingeniero. Hasta tal punto reconocía la recién estrenada administración de Pedro Hernández Mateo que el Puerto Deportivo acababa con la ubicación tradicional de un astillero torrevejense de cinco generaciones, que la empresa concesionaria se comprometió a pagar el coste de la nave -algo que cumplió a medias-. Muchos darían lo que fuera por tener tantos «papelicos» para avalar sus actividades industriales en Torrevieja, en estos tiempos en los que -incluso- se piden.

Los astilleros, herederos de la época dorada de la marinería local, ya hace muchos años que no construyen barcos de entidad. La madera ya no compensa. No se ven aquellas hogueras para moldear las cuadernas a la orilla de la playa o los grandes esqueletos de las mamparras. Pero el oficio de Ildefonso, que reconoce que la nave y el vallado requieren una limpieza, sigue teniendo demanda de manos artesanas, como las de su padre y sus abuelos. Con ellas repara pequeñas embarcaciones para la mar y, algo que nadie sabe hacer por su elevada especialización, las barcas de arrastre de los raches de sal que operan en la laguna. Ildefonso dice que lo tiene todo en regla. Y que se han cebado por su relación familiar con la edil de Fiestas, objetivo de las principales críticas de la oposición del PP. Ni siquiera sabe cómo se llama el empresario que ha pedido a la Concejalía de Urbanismo que aplique la misma mano dura con esta actividad que con los dos quioscos que ha cerrado en la misma playa el Ayuntamiento por carecer de cualquier tipo de autorización.

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