De esa guisa. Flotando en las tranquilas aguas del Mediterráneo se encontraron ayer a primera hora la Policía Local y los operarios de la grúa de Torrevieja un coche turismo en las proximidades de la playa de Cala Pitera. Su propietario, un residente británico de avanzada edad, estacionó el vehículo en el aparcamiento del popular restaurante Nautilus, junto al mar. Pegado al acantilado bajo, que separa tierra firme del mar, en esta zona del extremo sur de Torrevieja. Se marchó. Y olvidó dejar puesto el freno de mano, según indicaron fuentes policiales.
Lentamente,el turismo dejó sin conductor, su aparcamiento y fue deslizándose hacia abajo, hacia lo orilla. Diez metros, veinte metros, hasta quedar incrustado en las primeras aguas.
Flota que te flota, o como dice una expresión de lo más torrevejense, «chano, chano», allá iba el coche surcando las aguas rumbo al puerto como si fuera un vehículo anfibio de película de James Bond, pero en versión Seat Ibiza. Al final el cable de una grúa esperaba al coche en la cala, sin bañistas a esas horas -aunque con más de un curioso armado de smartphone para inmortalizar la escena-.
El aperitivo se le aguó al propietario, que nada pudo hacer para evitar el «baño» de su vehículo.
