Ha sido uno de los secretos mejor guardados en los cajones de la Conselleria de Educación gestionada por el PP. ¿Cuánto cuesta el alquiler de los barracones, esos módulos prefabricados que han eternizado la precariedad en infraestructuras educativas en toda la Comunidad Valenciana? Los datos ya están ahí con el nuevo gobierno en la administración autonómica, y las cifras, al ir sumando, no tienen desperdicio. Solo tomando como ejemplo los centros que imparten sus clases en módulos prefabricados más veteranos de la Vega Baja, el IES Playa Flamenca (Orihuela), el Colegio Playas de Orihuela y el Colegio Amanecer, el dinero invertido daría para construir dos colegios de nueva planta de Infantil y Primaria: 6.955.080 euros.

El Colegio de Infantil y Primaria Playas de Orihuela -en cuya página web se lee como lema oficioso «la belleza está en el interior»- arrastra trece cursos en aulas prefabricadas. Es de los más veteranos en el triste ranking de los «coles» en barracones de la Comunidad. El alquiler de sus desvencijados módulos prefabricados -111- le cuesta a la Generalitat 10.115 euros al mes. La factura anual es de 121.380 euros. Y la suma de todo el periodo, 13 cursos, con IVA al 18%, es de 1.861.969 euros. Se instaló deprisa y corriendo un verano de 2002, sin que los vecinos de Orihuela ciudad se enteraran si quiera de lo que ocurría en su generosa Costa. Sobre los peores terrenos públicos disponibles cursan sus estudios en torno a 350 alumnos de entre 3 y 12 años. Los mejores suelos fueron -cómo no-, para el turismo residencial.

Los alumnos del Instituto Playa Flamenca -donde pasan a cursar secundaria muchos alumnos del Playas de Orihuela -, cuenta con 58 módulos prefabricados levantados sobre un hueco ganado a la rambla -inundable por tanto- que desemboca en Cala La Mosca. Cuestan 17.000 euros a las cuentas públicas al mes, 204.000 al año. Nada más y nada menos que 2.888.640 millones de euros en todo el periodo -12 cursos-. Éste es el único para el que a día de hoy hay en marcha la construcción de un centro de ladrillo. Aunque va para largo, la primera piedra se puso en 2009 y se ha parado y reiniciado media docena de veces desde entonces.

Para levantar el Colegio Amanecer en Torrevieja, se encajaron muy cerca del mar como si de un Tetris se tratara, 122 barracones que ensartados unos con otros dan para pasillos, aulas, cocinas para alimentos precocinados y hasta salas de reuniones. La factura mensual asciende 14.153 euros, 169.836 anuales, 2.2014.471 por sus once cursos de historia. La dirección de este centro pone especial empeño en prohibir hacer fotografías desde la vía pública al interior -incluso sin alumnos-, aunque lo que se ve es de lo más evidente desde lejos. Sí hubo día de puertas abiertas y nube de fotógrafos cuando el entonces alcalde y un cargo de la Generalitat en Educación anunciaron que la construcción del centro sería «inminente». Semanas después se supo que la administración autonómica ni tan siquiera había recepcionado los terrenos que el Ayuntamiento cedió en 2008.

A las cifras del alquiler habría que añadir las facturas que han debido abonar los ayuntamientos para reparar la solera de hormigón resquebrajada por el terreno de relleno utilizado para levantar el IES Playa Flamenca -donde se observa claramente la inclinación del suelo-, por reforzar las aulas para evitar goteras, o por la reparación de piezas y marquesinas que salen volando con cualquier ventolera. Poco llueve en el sur pero muchas son las veces que las clases se han parado en el Colegio Amanecer porque la lluvia hace inviable cualquier actividad académica. Tampoco se cuantifican los días de pancartas y reivindicaciones de padres y alumnos, ni que las infraestructuras más precarias sean ocupadas mayoritariamente por el alumnado de mayor diversidad y dificultades de integración, aunque los bachilleres del Playa Flamenca ocupen los primeros puestos en las notas de selectividad.

Los tres centros educativos se pusieron en marcha en pleno boom inmobiliario en la Vega Baja. La construcción de miles de viviendas coincidía con la llegada de muchas familias que se asentaban en la zona por las oportunidad de empleo. Orihuela y Torrevieja no daban abasto para acoger de forma inmediata a tal cantidad de población escolar. Los municipios tenían capacidad para liderar la construcción de viviendas turísticas en el país pero la Generalitat de Fabra y en especial, Zaplana y Camps, no estaban para colegios.