La Orihuela monumental compite con la que se cae por su mal estado de conservación. El pasado día 5 la Policía Local procedió al vallado y encintado de un inmueble situado en el cruce de las calles Pintor Agrasot con Barberos por el mal estado de conservación que presentaba su fachada, de dos alturas, de la cual se habían producido desconches de varios tamaños.
Diez inmuebles, según fuentes del área de Urbanismo, están declarados en ruinas en Orihuela y este tiene pinta de ser el número once, pero existe más de medio centenar con graves desperfectos que les acercan a esta situación que no tiene marcha atrás: el derribo. Pese al conocimiento público del grave peligro que encierran, el Ayuntamiento parece atado de pies y de manos para evitar la triste imagen que acompaña y, lo que es más importante, evitar algún accidente.
Un portavoz municipal explicó que esta semana se procedería a realizar el informe urbanístico para noticiar a los propietarios. Después se les dará un plazo para proceder a la demolición o al derribo, según lo que digan los técnicos. Hasta aquí todo correcto. El problema subyace en el hecho de que la notificación al propietario inicia un larguísimo trámite burocrático porque es difícil saber muchas veces hasta quién es el propietario.
El exedil de Urbanismo, Antonio Zapata (PSOE), ya tuvo que acabar en los juzgados pidiendo medidas a los magistrados para resolver el problema que presentaban estos inmuebles cuando no se sabe quién es el dueño porque no aparece en el registro de propiedad. Así pasa el tiempo y la Orihuela en ruina sigue creciendo.
