¡Parece que fue ayer!; ¿verdad?. Sin embargo ha pasado el tiempo y cada día, en vez de ser una hoja menos en mi calendario, ha sido, y es, un día más en mi vida, pero no un día cualquiera, sino uno especial. Uno de esos que, como decía el ex entrenador del Orihuela Deportiva Enrique Mateos, se pueden escribir “con letras de molde” y en los que un ¡hola! es mucho, porque ese simple ¡hola! no es sólo una palabra, es toda una declaración de intenciones. Es un “estoy aquí”; es un “¿necesitas algo?”; es un “¿cómo estás?”; es un “te echo de menos”. Y todo porque, como decía Víctor Jara, en su “Te recuerdo Amanda”, “la vida es eterna en cinco minutos”. Y aunque ese ¡hola! sólo sean cuatro letras entrelazadas, para mi es mucho más. Ese ¡hola! es complicidad, empatía, paz, sosiego, añoranza. Es como cantaba Demis Rousos una especie de “armonía mágica” que todo lo impregna y todo cuanto una persona puede esperar en un momento determinado; es, por decirlo de alguna forma, un precioso premio que recibo cada mañana.

Ha pasado el tiempo, pero si me pongo a pensar, ¿qué es el tiempo?; ¡nada!. Cuando cada minuto se vive intensamente no son sesenta segundos, son menos; porque ese instante se queda corto. Sin embargo cuando el tiempo es anodino, insulso y aburrido las horas tienen sesenta y un minutos. Los días, cuando el tiempo se vuelve rutinario, son eternos. ¡Y de las noches ni hablemos!. Pero esta no es la cuestión, porque cada día junto a ti, mujer, es distinto, maravilloso, corto. Las horas pasan sin que te des cuenta, como un chasquido, como un abrir y cerrar de ojos, como un trueno, como un haz de luz que todo lo ilumina, como una estrella fugaz. Y es cuando, no sé por qué, me viene a la cabeza la canción de Joan Manuel Serrat: “Poco antes de que den las 10”. ¡Maldito tiempo!.

A veces te alejas, aunque siempre estás cerca, y cuando lo estás lo estás tanto que te siento en mi corazón, en mi alma, porque siempre estás en mi pensamiento, siempre estás conmigo, siempre. No hay nada más atronador que el angustioso silencio y la dolorosa soledad, que también la ha habido, pero, si lo pienso detenidamente, han sido, creo, las menos veces.

En este tiempo he visto crecer muchas cosas. ¿La más importante?, ¡el ansia por saber, por aprender, por ser, por estar!. He visto un indomable espíritu de superación, un caballo desbocado habido de conocimiento, de descubrir otros mundos, de revelarse ante la injustica, de pelear por lo razonable, de luchar por erradicar los malos modos, las malas caras. Transmitiendo confianza, siempre.

Fue la ONU la que, en 1975, instauró el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, pero hay quien, en su afán de superación y de rayar la perfección, que celebra ese día -por decirlo de alguna manera- a la japonesa; es decir, echando el resto en cada momento, ya sea laborable o festivo, porque no hay horas para cumplir con una responsabilidad que sale de dentro, no impuesta, porque las responsabilidades y las leyes más justas, son las que no están escritas y sí las que te dicta la razón. ¡Sí, lo digo por ti, mujer!. Una de las máximas anarquistas considera que “el hombre es bueno por naturaleza y que, por lo tanto, no necesita que nadie le gobierne”, pero creo que -no sé qué opinaréis vosotros- siempre es mejor tener una pizca de mala leche, porque a nadie le gusta que le pisen, ni como persona ni como trabajador y ¡si hay que explicarlo, se explica y punto!, sea a quien sea. Tú, mujer, eres así, trabajadora -en el más amplio sentido de la palabra-, responsable y testadura, por no decir cabezota. Me gusta la gente así, tal vez porque heredé esa “virtud” de mi abuelo Panocha, aunque dicen que “se consigue más lamiendo que mordiendo”, pero yo añado: ¡no siempre, pariente; no siempre!. De vez en cuando -¿verdad?- hay que sacar las uñas/garras para dejar claro que el tiempo de los señores feudales ha pasado a la historia, a mejor vida, y que cada quien puede mojarte la oreja hablando de cualquier tema, por muy farragoso que sea. ¡A mí me ha pasado y eso que dicen que sabe más el zorro por viejo que por zorro!.

Poco falta para el alboroque, aunque me aseguran que antes se montará la mundial. Dicen que lo de la guerra entre Gran Bretaña y los Boers (afrikáners) de Sudáfrica se va a quedar en un simple juego de niños, pero siempre dejando clara la clase que se atesora, porque para eso se estudió en un colegio de pago, ¡digo yo!.

En la vida de cada persona siempre hay un día especial. Para mí hay uno que lo es por muchas razones, el 3 de octubre de 2011. Razones que no vienen al caso y que guardo para mí, pero que me ha marcado y que, en muchos aspectos, me ha cambiado la forma de pensar y hacer. La familia -padres, hermanos, abuelos, tíos, primos, sobrinos- nos viene impuesta, pero los amigos los elegimos nosotros y eso no nos lo pueden impedir. ¡A ti, mujer; siempre!.