Una tortuga boba anidó en la noche del viernes en la playa de La Mata, dejando 85 huevos enterrados en la arena en un hecho insólito en una playa tan concurrida como esta, al estar cerca de una zona de ocio nocturno y con varias urbanizaciones alrededor. De hecho, fue una pareja de turistas procedentes de Madrid quienes se encontraron con el animal desovando durante un paseo nocturno por el litoral, en torno a las 23 horas del viernes.

La casualidad hizo que meses antes estuviesen en una visita en el Oceanogràfic de Valencia (organismo que se encargó de la custodia y traslado del nido) donde les explicaron qué hacer en caso de encontrarse en un caso similar, contaban ayer, aún sorprendidos por el hallazgo, Héctor y Cristina.

Una llamada al 112 por esta pareja de visitantes, que veranean desde hace más de 20 años en la localidad, movilizó, en primer lugar, al biólogo municipal, Juan Antonio Pujol, y a las autoridades en materia de Medio Ambiente, quienes se encargaron de custodiar y cercar el nido durante toda la noche, hasta que un equipo de doctores de la Universidad de Valencia lo trasladó ayer hacia una playa valenciana para proteger los huevos.

El hallazgo de los huevos no fue fácil, a pesar de que se había delimitado la zona de actuación de la tortuga. El equipo de expertos del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia necesitó más de una hora y media de meticulosas excavaciones en la arena para encontrarlos. Hasta el alcalde, José Manuel Dolón, cogió una pequeña pala de playa para ayudar.

Finalmente, el nido se halló a una profundidad de 40 centímetros, «a 6 metros de la línea de marea alta», explicaron los doctores. Esta cercanía con respecto al mar, sumado a que se trata de una playa muy concurrida donde la simple colocación de las sombrillas podría haber acabado con el nido, fue lo que motivó el traslado del mismo a Valencia. Allí se llevaron también los huevos que dejó otra tortuga boba en la playa de San Juan el pasado año. Un hecho poco usual ya que «el primer hallazgo recogido científicamente en el litoral mediterráneo fue en 2001 en Almería, y desde entonces se han documentado siete u ocho casos», añaden.

El traslado se realizó conservando la propia arena de alrededor del nido, para conservar el líquido antibacteriano soltado por el animal para proteger sus crías, que nacerán en unos dos meses. Será entonces cuando la UV decida si actúa como en el caso de San Juan, cuando se conservaron las tortugas en el Oceanogràfic un año antes de soltarlas para protegerlas «de la mortalidad natural y de peces que se las comen».