Después de saber que tendría que gobernar en minoría -ni PSOE, ni Ciudadanos ni Cambiemos Orihuela han aceptado su mano tendida a un gobierno de concentración-, Emilio Bascuñana (PP) dio ayer una rueda de Prensa para explicar el reparto de áreas en un arranque de mandato que va más lento de lo deseable, pero eso es algo que no preocupa mucho a un regidor al que no parece que nadie vaya a marcarle los tiempos pese a que, por ejemplo, las Escuelas de Verano están por adjudicar, las Fiestas de la Reconquista podrían arrancar sin iluminación, se está pendiente de la designación del Síndico Portador o del pleno de organización (no se saben asesores, dedicaciones, sueldos,...).

Ayer, rodeado de sus diez concejales, acudió para explicar un reparto que, dijo, se ajusta al perfil profesional de muchos ediles. Podría ser los casos de Paco Sáez en Infraestructuras, quien viene de Hidraqua en Elche -la empresa gestora del servicio de agua- o de Rafael Almagro, el banquero reconvertido a Hacienda y Recursos Humanos. Sobre ambos va a pivotar y mucho el funcionamiento municipal porque el primero tendrá que encargarse de las partidas más importante del presupuesto destinadas a resolver todos los problemas urbanos, de pedanías y costa. Pero en la toma de decisiones va a tener suerte porque el alcalde anunció ayer que la mesa de contratación estará integrada por técnicos, no por políticos, algo que justificó por una directriz del PP en su último Congreso de Benidorm, lo cual supone un quebradero de cabeza menos. Mientras, el segundo tendrá que lidiar con las cuentas, un área muy espinosa desde la llegada del nuevo interventor, Fernando Urruticoechea, y su política muy legalista que ha convertido la palabra reparo en casi obligada en la mayor parte de sus informes sin que nadie haya sido capaz de cumplir sus directrices. También deberá resolver la Relación de Puestos de Trabajo aún pendiente o el presupuesto de 2015.

En definitiva, Sáez y Almagro tienen dos áreas de peso, como Noelia Grao, quien tendrá que resolver otro de los temas pendientes: las basuras, que están en una especie de limbo desde que en 2012 el Ayuntamiento decidió rescindir el contrato por incumplimiento y asumir de forma provisional plantilla y maquinaria, situación que dura ya tres años sin saberse qué futuro le aguarda.

Otro que tampoco ha tenido especial suerte en el reparto es Dámaso Aparicio, a la sazón presidente provisional del PP local, quien tendrá que resolver dos «patatas calientes» del pasado mandato como Deportes -Orihuela sigue sin instalaciones dignas, en manos de una empresa adjudicataria y denunciado por su club de fútbol- y mercados, que de la mano de Manuel Gallud (Los Verdes) pasó a ser protagonista el pasado mandato a cuenta de cuál deberá ser su futuro y, especialmente, cuál su ubicación.

Y si Bascuñana sabe gestionar bien, lo cual no es fácil habida cuenta de que está en minoría, podría apuntarse uno de los tantos más importantes del mandato con el Plan General; de hecho, ha asumido Urbanismo y, aunque nadie lo diga, es más que probable que cuente con asesor en este área. Quien sí lo tiene bien para sacar provecho a sus áreas son Begoña Cuartero, Mariola Rocamora y Sofía Álvarez, que tienen la «joyas de la corona» de Orihuela: Cultural, Fiestas y Turismo-Costa.

Los otros tres concejales tendrán áreas con menos lucimiento -especialmente, Bienestar Social, con Sabina Galindo, pero también Miguel Ángel Fernández, en Medio Ambiente y su nueva área de Calidad que el alcalde no supo ayer explicar bien cómo se medirá y para qué servirá; y Víctor Valverde, quien será el contacto con las pedanías-. Que sepan darle brillo va a ser cuestión difícil de adelantar, ayer, en cualquier caso, todos parecían como niños con zapatos nuevos.