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Torrevieja

Torrevieja acoge, desde 2002, la mayor comunidad ortodoxa de la provincia

La comunidad de feligreses más numerosa de la provincia se reúne en un pequeño local de un barrio de la ciudad desde 2002

El centro de los ortodoxos se queda pequeño en Torrevieja LOINO

El padre Yaroslav Dybach es el director espiritual y máximo responsable de esta pequeña parroquia creada en 2002 dando respuesta a la petición realizada por la amplia colonia eslava de Torrevieja -solo los rusos censados superan los 5.000, además de miles de ucranianos y bielorrusos-. «Había fieles que hicieron la petición para que la autoridad eclesiástica lo concediera», comenta Olga Kartakova mientras accedemos al interior del local, 120 metros cuadrados consagrados a los ritos ortodoxos. Es Olga quien traduce las palabras de este sacerdote de 53 años, casado y con cuatro hijos, que dejó la catedral de Alexander Nevsky de París para crear esta nueva parroquia en Torrevieja por encargo del Obispo Nestor Korsunsky, delegado eclesiástico para los países de Europa occidental por el Patriarca de Moscú. El choque del salto de París a Torrevieja sin estación intermedia apenas lo recuerda ya el padre Dybach, hombre de retos que prefiere hablar del futuro, y que después de montar esta parroquia dedicada a la Natividad de la Santísima Virgen, solo piensa en la construcción de un nuevo templo. «Presentamos la solicitud al Ayuntamiento para construir la Iglesia, y de palabra ya tenemos la contestación del alcalde en positivo, nos hace falta documentalmente y entonces empezará la construcción porque tenemos un pre-proyecto elaborado en Moscú por un arquitecto ruso». Durante la celebración dominical de la Eucaristía es más que evidente que el local se les ha quedado pequeño. También hay parroquias ortodoxas en Alicante, Murcia, Elche y Altea, pero la de Torrevieja es, con diferencia, la comunidad más numerosa.

En las tres horas de misa sobra tiempo para que el profano admire la diferencia cultural de un rito lleno de simbología, imágenes y colorido, que los feligreses viven con sentida devoción. Un pequeño nártex donde se venden las velas, tan importantes en el culto, y otros objetos devocionales, la parte o nave central donde se sitúan los fieles, el iconostasio o tabique que separa la nave del altar, profusamente adornado con los típicos iconos o imágenes religiosas, del Salvador, de la Anunciación, de los Evangelistas, de la Madre de Dios, de los arcángeles, todos en el espacio que dicta la doctrina ortodoxa. Y el altar o santuario, el lugar más sagrado, donde se encuentra la mesa consagrada para la celebración, la cruz y los cofres que guardan la reserva de los santos dones. No hay mujer que no cubra su cabeza con un pañuelo, que no prenda una luminaria, que no se incline ante el libro sagrado, como los hombres. Nadie diría que no estamos en cualquier zona rural de la estepa rusa.

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