Con 33 años recién cumplidos y sonrisa perenne, Rosa López no pudo evitar llorar cuando una fan murciana, sentada con la Prensa, tomo la palabra para agradecer la «calidez y cercanía que siempre brinda a sus seguidores». La granadina, no rehusó cantar el fragmento de una de sus canciones, llenando el ambigú del Teatro al entonar «mi vida son momentos y pedazos de ti, son piezas de este puzzle que empecé a construir», una letra que parece aludir tanto a su búsqueda constante de lograr no solo la felicidad como una carrera más completa.

No obstante, no se atrevió a improvisar ninguna habanera, dejando el género local por antonomasia como asignatura pendiente para una próxima visita, la cual sería ya la cuarta, a la ciudad de la sal, ya que la primera fue al calor del fenómeno Operación Triunfo. Eso sí, debido a lo reciente que su última actuación en Torrevieja, explicó que «variaremos el repertorio, incorporando temas como Amor Amargo, una composición propia, o Llanto de Nostalgia, que irá en el nuevo trabajo, así como otras canciones de otros artistas como mi idolatrada Mari Trini».

Con la vista fijada en su octavo disco, que espera sacar en primavera, también recibió encantada las agudas preguntas de tres alumnos de primero de primaria del colegio Ciudad del Mar, que con sus maestros llevan a cabo el proyecto «Radio del Mar». Ante ellos, Rosa tuvo que confesar que «mi conducta era impecable pero no sacaba buenas notas, quizá debido a que me trasladaron de colegio y me distraje. Aunque con voluntad se puede llevar todo para delante, ¿eh?», advirtió en tono cariñoso los pequeños.

En el próximo trabajo pretende «intentar arriesgar y proyectar un concepto moderno». Aunque Operación Triunfo la catapultó a la fama, su carrera comenzó, «mucho antes y con gran modestia a los 12 años, cuando ya actuaba en bautizos, restaurantes y residencias junto con mi tío, cargando yo también con el equipo y aprendiendo a ecualizarme yo misma la voz». Con uno de sus primeros sueldos pudo conseguir uno de sus sueños, que fue «viajar a Nueva York, grabar uno de mis primeros singles y comprarme unas zapatillas de deporte rojas; me hizo ilusión, pues cuando era niña mi familia no tenía muchos recursos, y tampoco me dejaban salir a la calle, vivíamos en un barrio complicado de Granada. Intenté hacer de la necesidad virtud»