­Unas vallas metálicas de la policía municipal alertan a los peatones que se desplazan por la intersección de la calle Orihuela con la avenida de Gregorio Marañón del posible riesgo de desprendimientos en la antigua fábrica de hielo. Este edificio aparece desde 1986 como uno de los «elementos de interés arquitectónico-urbanísticos en núcleo urbano» dentro del Catálogo Municipal de Elementos Protegidos del PGOU. Pero aparte de este epígrafe nada se puede encontrar sobre el inmueble en la biblia urbanística local. En algunos casos ni tan siquiera año de construcción, ni características, ni historia, ni memoria justificativa. Ni para éste ni para el resto de elementos de valor inventariados para el municipio. Un defecto de contenido sin subsanar desde esa fecha que convierte el catálogo en un listado sin más valor que el recopilatorio.

Con esta falta de definición aunque compartan catalogación con edificios como el Casino o la Iglesia de La Inmaculada, para la que aparece algo más de información, inmuebles como esta fábrica de hielo o la posada del Parejo podrían correr la misma suerte que el edificio del Nuevo Cinema, también incluido y derribado para la construcción del Teatro Municipal. Eso por no hablar del canal y el puente del Acequión que con cinco siglos es el elemento protegido más antiguo y que ni tan siquiera está indicado para los visitantes. El PGOU se aprobó en 1986 y en el año 2000 se homologó a la legislación y en ese momento sí se realizaron fichas descriptivas muy genéricas. Según fuentes municipales los técnicos han intentado en alguna ocasión subsanar esta laguna con escaso éxito.

En el caso de la fábrica de hielo el edificio está situado frente al principal punto intercambiador de autobuses del centro de la ciudad y al recinto histórico de las Eras de la Sal. Desde hace unas semanas lo rodean unos 60 metros de vallado, medio en pie medio en el suelo desde hace algunas semanas, porque el Ayuntamiento ha abierto un expediente de peligrosidad por desprendimientos, que impide el paso normal por la acera en un tramo urbano y turístico especialmente utilizado por el tránsito peatonal. Este inmueble de más de 300 m2 de superficie es uno de los pocos ejemplos de arquitectura industrial que quedan en el municipio. Su característica planta triangular isósceles y el conjunto de ventanales altos en las fachadas laterales que lo asemejan a una embarcación vista desde la proa, convierten la esquina que enfila frente al mar de esa Torrevieja histórica tan difícil de encontrar en la ciudad de hoy. A la memoria de los torrevejenses hay que recurrir para encontrar algún dato de esta factoría que abastecía la demanda comercial y doméstica de hielo de la población, y su memoria nos cuenta que ya funcionaba antes de la guerra civil y que quedó abandonada hacia los años 60.

Alvaro García Rodes, presidente de la Asociación Cultural comarcal «Patrimonio Base», destaca la «singularidad ecléctica» del edificio de esta antigua fábrica de hielo, «único en el casco urbano de Torrevieja». Sostiene que su valor arquitectónico y etnológico reúnen todos los requisitos formales y legales para ser considerado Bien de Interés Cultural (B.I.C), y que por ello que desde el Ayuntamiento «debería iniciarse un expediente para su declaración (como tal) ante la Dirección General del Patrimonio Cultural Valenciano». Los propietarios del edificio mientras tanto lo mantienen a la venta desde hace varios años sin éxito, algo que anuncian con un enorme cartel en la fachada que exhibe el teléfono móvil para que llamen los interesados. En una página web inmobiliaria se encuentra todavía este anuncio: «Antigua fábrica de hielo. 318 metros cuadrados para construir lo que uno crea conveniente y pueda, en un sitio estupendo. No hay más, es un solar señores». Todo pese a que en teoría el inmueble no puede derribarse.