Miles de viajeros pudieron ayer estrenar la tarjeta ciudadana que les da acceso al transporte urbano municipal (previo pago de una cuota anual de 35 euros). La mayoría de los usuarios habituales de las siete líneas que enlazan el casco urbano con las urbanizaciones e instalaciones públicas -como el Hospital o los centros de salud- habían hecho los deberes y contaban con el nuevo documento. Sobre todo jubilados y estudiantes. Son los que han tenido tiempo de madrugar y lograr uno de los 200 turnos por día que se "liberan" en el edificio del antiguo Ayuntamiento para hacerse con el ansiado pase. Ayer se volvían a repetir esas colas. En total se han confeccionado en torno a cinco mil.

A buen seguro que la empresa adjudicataria hizo ayer una de las cajas más llamativas de los últimos años porque pese a la información que se ofrecía desde hace semanas en los autobuses en las paradas sobre este cambio en algunas líneas, como la de Los Altos o Rocío del Mar, la mitad del pasaje, de origen extranjero, accedía pagando.

Empresa

"La mayoría ha utilizado la nueva tarjeta. Hay alguno que ha presentado la antigua y se ha hecho el sorprendido cuando le hemos dicho que no servía y ha pagado. Otros, realmente no se habían enterado. Unos pocos, muy pocos, han terminado por no acceder", se explicaba desde fuentes de la empresa. Cientos de trabajadores de sectores como la hostelería, los que más necesitan este servicio, se ven, de momento, obligados a pagar.

"En verano y hasta que termine el mes de septiembre estos trabajadores tienen un horario continuo de siete de la mañana hasta terminar la jornada. No han podido ir a tramitarse la tarjeta", admitían las mismas fuentes.

Pero las situaciones son tan diversas como las personas que utilizan el autobús. María Olivas, 72 años, tramitó el pase (el antiguo) a principios de verano. Nadie le dijo que iba a cambiar. Ayer, primero se bajó del vehículo. Luego se lo pensó mejor. La cita con el médico en Las Lomas estaba por encima de los 1,20 euros del billete. Le ha tocado pagar. Y las quejas siguen siendo las mismas. Sigue sin haber ni rastro de horarios. Ni tan siquiera en el intercambiador de las Eras de la Sal, desde el que parten casi todas las líneas. Algo que, por cierto, hace perder mucho tiempo a los conductores dando explicaciones porque a muchos usuarios de otros servicios de autobús les parece absurdo que no exista un horario fijo.