Al entrar en el videoclub "Ana" huele a chucherías. En el mostrador está Moisés Escobedo, dueño de un establecimiento que lleva funcionando 21 años. Para él, el cine es su vida. Cuando por vez primera se sentó en una butaca a los cinco años se dio cuenta que su pasión era el séptimo arte.

El videoclub Ana, situado en la calle Obispo Rocamora, posee más de 5.000 películas en los sistemas DVD y Blu-ray, aunque su propietario admite que el primer formato es el más popular. Escobedo regenta otra sucursal en el cruce entre la avenida Teodomiro y la de la Vega, en la que dispone de más copias. Las estanterías están repletas de carátulas con dos distintivos. El color verde significa novedad y se alquila un día. El amarillo es reestreno y te lo puedes llevar por dos días, aunque piensa ahora en cambiar este sistema.

Su clientela ronda entre los 20 años y los 45 años. Suele alquilar más los fines de semana y los géneros que más se llevan son "Terror, acción y comedia". Se alquila, dice, porque saben que descargar la copia ilegal de internet significa una mala calidad de la imagen. Por suerte, añade que él tiene una clientela muy fiel. "Son personas que valoran la calidad" afirma Moisés.

Sin embargo, el mercado del alquiler se desangra: "Antes amortizaba una película en tres meses, ahora puede pasar un año", dice pesadamente. Empezó en el 2001 por el "top manta", la venta ilegal de películas en la calle. En Orihuela, este fenómeno se dejó sentir un año después y la competencia de Escobedo disminuyó. El videoclub Ana es el único en funcionamiento en Orihuela desde hace tres años.

Antes estaban los establecimientos Galaxia, Diez, Teca, Sigüenza, Séptimo Arte, Popeye y muchos más. Todos han cerrado. Llegará el día en que nadie recuerde lo que era alquilar una película. "No me siento un héroe por aguantar ni me alegro por tener menos competencia, es la señal de que no es sostenible", apunta. Sólo colecciona pérdidas, sale a flote gracias a la ayuda de los amigos.

El año que viene pedirá un préstamo en el Instituto de Crédito Oficial (ICO), la entidad pública empresarial que sostiene actividades económicas de trascendencia social o cultural. La única manera de salvar este tipo de negocio es mediante "la aplicación y endurecimiento de la Ley Sinde", aclara el propietario. De todos modos, sabe que la clientela costará de recuperar y no toda volverá al "Ana".

En 21 años hay tiempo para que ocurran muchas cosas. Por ejemplo, en cine clásico la película más alquilada ha sido: "Lo que el viento se llevó". Hay muchos clientes que la encargan para comprarla. En su página web se puede consultar las últimas novedades, la valoración y la disponibilidad en el catálogo. Sin embargo, no alquilan por internet. "La copia legal es muy cara y cuesta mucho dinero mantener este servicio", admite. Se acaban las ideas y el tiempo corre para un negocio que no eclipsa ni al cine ni a internet.