andrés valdés

Alicante es internacional todos los meses del año. No sólo es una de las playas más populares de Europa en verano, es también la primera residencia de cientos de miles personas nacidas en otros países que comparten fiestas, calle e impuestos con los alicantinos de enero a diciembre. Los extranjeros censados en Alicante suponen el 24% de la población total (unos 467.099 de 1.926.285 en 2010, según el INE). Muchos opinan que el próximo domingo el voto de este colectivo puede ser determinante: no hay otra provincia en España con más electores extranjeros.

No obstante, son mucho menos de lo que parece, 78.505 en total. Apenas el 16% de todos los foráneos podrá ir a votar y ser votado en sus municipios. ¿Por qué votan tan pocos? Carlos Gómez Gil, director del Observatorio de la Inmigración de la UA, encuentra las razones en "los trámites para inscribirse en el registro electoral, el corto plazo para solicitarlo y la falta de información por parte de las administraciones". "Además, hay que sumar la inexistencia de acuerdos bilaterales con grandes países emisores de inmigrantes, como Argentina o China, para entender que son muchos más los no españoles que se quedan fuera que los que van a ejercer el voto en Alicante". Los votantes extracomunitarios no llegan a 4.000, de manera que la inmensa mayoría de los electores extranjeros en Alicante son residentes de la UE.

Más numerosos, activos e integrados, son muchos los británicos, belgas, franceses o escandinavos que participan, algunos en puestos de responsabilidad, en las listas de agrupaciones políticas locales. Se reparten por toda la provincia, pero son decisivos en la Vega Baja.

Es el caso de Brigitta Roserkranz, nacida en Alemania hace 42 años y vecina de Rojales desde hace 12. Es concejala del PP de las áreas de Sanidad y Turismo. Se presenta a la reelección renovando su motivación de "relaciones públicas, por mi antiguo trabajo en inmobiliaria", de quien "quiere hacer cosas por su pueblo". Habla tres idiomas y la integración cotidiana es su prioridad. "Propuse un mercadillo de Navidad, algo típicamente alemán que no se hacía aquí", comenta durante una inauguración multinacional de la nueva pista de petanca de Rojales, donde el 63% de la población procede de países vecinos de la UE.

Ciudadano Jeff

Jeff, Juani y Janine caminan saludando, en tres idiomas, a los vecinos de San Fulgencio por sus calles marcadas por tapias que muestran carteles en inglés y esconden cacareos de gallina. "Un día, viendo los problemas que los residentes europeos tenían en mi urbanización, me dije: esto tiene que cambiar", explica Jeff Wiszniewski, mientras busca una cafetería. Es candidato a la alcaldía, en un municipio donde el 71% de la población es extranjera, como líder del recién fundado PIPN (Partido Independiente por las Nacionalidades). Hace cinco años dio con San Fulgencio mientras buscaba un lugar ideal para retirarse, alejado de Glasgow y los 30 años que había entregado a su cuerpo de policía. Encontró la casa ideal en la tierra prometida, pero "no todo el mundo tenía tan pocos problemas como yo", explica, en un castellano más voluntarioso que preciso. "Cuando llegué aquí vi cómo los funcionarios se quitaban de encima a los extranjeros por no hablar español. Empecé a ayudarles con papeles y denuncias y fundé el Grupo de Asistencia de los Ciudadanos", una suerte de ONG para residentes europeos que le hizo apetecible para el PP local, como recuerda este sexagenario de ascendencia polaca. Eso fue en las pasadas elecciones. Hoy Jeff va por libre.

"Queremos seguridad, calles decentes, espacios para mayores y niños... Nadie se preocupa por las cosas que realmente importan, sólo quieren obras grandes" proclama, a modo de programa. Su partido es muy pequeño, aunque han conseguido reunir, entre vecinos y simpatizantes de la urbanización La Marina, unos 1.000 euros para la campaña. "Esperamos sacar entre 3 y 4 concejales", apunta Jeff. Le acompañan Juani Mora Alemany y Janine Schroeder, números dos y tres de la lista del PIPN, quienes asienten cuando el alcaldable afirma que, como ediles, "vamos a hacer lo máximo posible con el dinero que tengamos".

Un problema diplomático que impide participar

Mientras que los noruegos, bolivianos, colombianos, chilenos, ecuatorianos, paraguayos, peruanos y neozelandeses que viven en Alicante pueden votar el domingo gracias a los acuerdos bilaterales entre España y sus gobiernos (que establecen la reciprocidad del voto entre ambos estados); los argentinos de la provincia no tendrán acceso a ese derecho. Diego Satostegui, presidente de la Asociación de Argentinos de Elche, donde viven 2.000 compatriotas suyos, explica que en su país existen dos provincias de 24 que se resisten a aceptar el voto de los españoles, de manera que "el acuerdo bilateral no puede firmarse". De momento, sólo los que tienen doble nacionalidad, como él (su abuelo era navarro) pueden hacerlo, siempre que la segunda sea de países de la UE. "Un 40% de los que vivimos en Elche podemos ir a las elecciones, pero nos gustaría poder hacerlo todos".