La Estrategia Territorial de la Comunidad Valenciana (ETCV), aprobada el pasado día 13 por el Consell, proyecta sobre la Vega Baja un futuro de marcado carácter conservacionista. En el documento se incluyen reivindicaciones históricas de colectivos cívicos, ecologistas y agrarios, en los que se abordan, especialmente la protección de la huerta tradicional y su potenciación para que vuelva a ser rentable para los agricultores. El informe pone en valor turístico el paisaje y sus elementos hidráulicos históricos. Otro aspecto en el que insiste el documento es en la comunicación, mediante corredores ambientales, de los espacios naturales y que,primen los espacios agroecológicos ante el empuje del desarrollo urbanístico.

El plan, que define el modelo territorial desde una visión supramunicipal, tiene un plazo de ejecución hasta 2030, aunque no se explica cómo se financiará. El mismo persigue, "una mayor eficiencia territorial y un mayor beneficio social, con un crecimiento económico inteligente, sostenible e integrador, cualificando sus sectores tradicionales y avanzando en un nuevo modelo basado en la sociedad del conocimiento". Además, dice que "no será posible sin el mantenimiento de una potente base industrial, de servicios y agrícola". El urbanístico queda en en un segundo plano al dejar de ser, en la actual coyuntura económica, un factor clave de competitividad. "Tal vez sea -recoge la propuesta- el primer documento de planificación espacial adaptado a la nueva realidad económica y social de la que, sin ningún duda, se derivarán grandes cambios del modelo territorial en forma de retos y oportunidades globales que se plantea en el horizonte inmediato".

Sobre el sector agrario, imprescindible para la economía valenciana y de manera particular para la Vega Baja, el documento considera como "paisaje de relevancia regional de la Comunitat" la huerta tradicional. Y ello porque, dice, "tiene una dimensión y escala de ámbito supramunicipal. Expresa el carácter y la identidad de una determinada parte del territorio; y, además, representativo de la diversidad de los paisajes de la Comunitat". También destaca su elevado aprecio social y ser considerado singular al ser excepcional y único en la región. Por ello, se añade, "la Generalitat protegerá los regadíos con valores culturales, paisajísticos o económicos", caso de la huerta del Bajo Segura. Junto a ésta se incluyen otros 39 paisajes de relevancia en la Comunidad, como Mariola, Maigmó, Penya Roja, Foies de Alcoy, Castalla, Valle de Guadalest, Aitana, Serrella y Aixotá, , depresiones y sierras desde Gallinera a Castell de Castells, el Montgó, Serra Gelada, Cabo de la Nao y de Oro, viñedos, Peñon de Ifach, terrazas de Benissa y Teulada, la isla de Tabarca y las zonas húmedas y sus sistemas agrarios colindantes.

Sector estratégico

En el apartado sobre el desarrollo económico y territorial, se considera la agricultura "un sector económico de futuro" cuyo territorio "se debe proteger y revalorizar su paisaje como activo cultural, económico e identitario".

A una actividad tan típica en la comarca como la ganadera se la califica de "infraestructura verde" por lo que la estrategia del Consell recoge, en sus principios directores, que "se contribuirá al mantenimiento de la actividad desde el punto de vista multifuncional y, en especial, en relación con la producción de alimentos". Por todo ello se pretende conservar "como activo territorial estratégico" el suelo agrícola de alta capacidad agroecológica, orientando su desarrollo urbanístico hacia los suelos que no tengan tal consideración.

Transformación

Otro de los aspectos del documento pasa por desarrollar la transformación de los productos agropecuarios. Se apuesta por conservar y poner estos espacios además "por su valor estético e interés interpretativo de la contribución humana sobre el paisaje" así como fomentar el consumo de productos agroalimentarios de la Comunidad. Más allá de las tareas productivas y de la dimensión económica de esta actividad, se expone, "el agricultor y ganadero tienen una responsabilidad insustituible en la salvaguarda de los valores ambientales y paisajísticos del territorio".

El documento, por último, indica respecto a los paisajes de regadío-huertas, como también los de secano del interior que "juegan un papel primordial en la sostenibilidad conjunta del territorio y deben ser mantenidos vivos y en explotación, lo que supone arbitrar todo tipo de medidas para procurar su rentabilidad económica e incrementar el protagonismo de la figura del agricultor desde el punto de vista económico, ambiental y social".