La restauración de la ermita de Nuestra Señora de los Dolores de Callosa de Segura se llevará a cabo el año próximo, con un presupuesto de 80.000 euros y con cargo a la Diputación Provincial (72.000 euros) y al Ayuntamiento (8.000 euros).

Las obras de ejecución tendrán una duración de tres meses, según anunció ayer el alcalde, Javier Pérez, quien visitó los trabajos y explicó que el proyecto que se va a acometer en pocas semanas incluye la reparación de la cubierta y de los elementos de drenaje, mediante su desmontado, y la demolición de los que estén en mal estado para su posterior reparación. También está previsto el sellado de grietas y el rejuntado de la mampostería.

Rico patrimonio

El regidor destacó que el proyecto satisfará a muchos vecinos porque se trata de un templo "muy querido por los callosinos, que forma parte del rico patrimonio religioso y cultural que posee la ciudad". En él se custodia una de las tallas más veneradas: la Virgen de los Dolores.

Javier Pérez, quien es diputado provincial por el Partido Popular, no pudo dejar pasar la ocasión para agradecer la "sensibilidad demostrada por el presidente de la Diputación Provincial con Callosa de Segura" y no le falta razón pues en los últimos 45 días ha concedido subvenciones para la reposición del alcantarillado en la calle Baltasar Martínez, para las obras de acondicionamiento en Callosilla, para la reurbanización del barrio de San Marcos y para esta última que, además, sale del presupuesto de Presidencia.

El Ayuntamiento de Callosa de Segura tiene previsto más inversiones en patrimonio cultural y religioso a cuenta de las indemnizaciones del Ave.

Un edificio que era parte del hospital de pobres

La ermita data del siglo XVII y se encuentra en el ángulo izquierdo del edifico que formaba el hospital de "pobres transeúntes". Según el sacerdote Francisco Guilabert, fue costeada por algunas fundaciones al encontrase allí el hospital. Al trasladarse éste al Convento se le privó de gran parte de la ayuda, quedando sólo con limosnas. Al ver su decadencia, unos devotos, especialmente sus vecinos, formaron una congregación, administrando ellos mismos la ermita, bajo la dirección del cura párroco de San Martín. El templo mantiene sus decoración original, con pinturas en forma de guirnaldas en tonos azules y ocres en las bóvedas, cúpulas y pechinas y, también, en el camarín. Cuenta con estucos típicos del siglo XVIII con pilastras y capitales clásicos. En los ángulos del camarín los estucos forman motivos vegetales policromados, conservando, asimismo, una excelente muestra cerámica del mismo siglo, con azulejos valencianos. El edificio es de trazas muy sencillas y siguiendo modelos barrocos, con una planta en forma de cruz latina y tiene en su nave cuatro altares en pequeñas capillas entre los contrafuertes. Además, alberga una espaciosa sacristía y el crucero está cubierto con una cúpula de media naranja.