R eloj del Purgatorio», «La Cruz» o «Padrenuestro auroro» volvieron a sonar ayer arrimadas a la sierra, entre las tapias del camposanto de Orihuela.

Fáciles de aprender, transmitidas de padres a hijos como legado de tradición oral, los Auroros de La Cruz de Rincón de Bonanza de Orihuela desgranaron sus salves a los difuntos, que llegadas de otro tiempo y un ambiente impregnado de costumbre

El solitario sonido metálico de la campana, era lo único que acompañaba a la técnica coral del melisma, que consiste en el cambio de la altura de una sílaba musical mientras es cantada. Ambos pusieron la banda sonara al profundo respeto a las almas con un farol encendido en el centro del corro como sobria escenografía.

«La Campana» es tan importante en este tipo de agrupaciones musicales religiosas, que es de hecho el nombre con el que también se denomina a los grupos de auroros en cada municipio de la comarca. Ella marca el ritmo y el cambio en el estilo de las melodías.

Son, según indicaron los componentes de este grupo - 18 en total - , oraciones populares que se cantan para saludar la Virgen y se le ruega que interceda ante Dios en favor de las almas de los difuntos, «para consuelo de los familiares presentes que se sienten de esta manera acompañados y reconfortados en su dolor». Cantaron por «todas las almas» aunque en su amplio itinerario dedicaron las salves a varios conocidos cercanos fallecidos durante el último año, entre ellos el compañero de los medios de comunicación, Tony Sevilla. Las salves que se escucharon son las del «ciclo» de difuntos y todos los Santos. El director de la agrupación, Francisco Cayuelas, insistió a los suyos en que se cantaran completas porque las modas, contrarias a la tradición, tienden a acortar la interpretación. Los auroros siguen el ciclo festivo del año con otros cánticos en Navidad, Semana Santa, y en el mes de octubre en torno a la festividad de la Virgen del Rosario. En esos casos con la licencia de verse acompañados de otros instrumentos de caña o cuerda. Los Auroros de Rincón de Bonanza cumplían, aseguran, esta tradición desde hace más de 100 años, pero en la década de los cincuenta se perdió. Fue recuperada por el grupo en 1995.

De hecho el arraigo de los auroros en el Bajo Segura y Murcia, en el que existen una veintena de agrupaciones, tiene su origen en la creación de la Cofradía del Rosario por tres frailes de la Orden de Santo Domingo en 1281, según el historiador Luis Galiano Pérez. Según la misma fuente documentos del siglo XVIII «ofrecen datos sobre los rituales, letras y música de los cantos». Antaño las mujeres no participaban en estos grupos. Ayer entre los integrantes también había vecinas de la partida rural, además de gente joven que se ha ido incorporando a «La Campana». Ayer era un día de difuntos. Los auroros cumplieron su misión y los aplausos, que no querían, estaban de más.