¿Qué tiene de temeridad presentarse a la dirección de esta Cátedra en una situación como la actual?

Temeridad ninguna, se trata más bien de un desafío profesional que asumo con la certeza del respaldo absoluto de la propia Universidad y de la Asociación de Empresas Familiares de Alicante. No obstante, la situación de cambio es una incertidumbre para todos. En cuanto a la labor de dirección, mi antecesor, Ángel Sánchez, ha dejado el listón muy alto. Por eso, el reto es doble: intentar estar al nivel de Ángel, que no es fácil, y hacerlo, además, en una situación de cambio de modelo.

- ¿Y qué le impulsa a aceptar ese doble reto?

Siempre me ha gustado abordar nuevos temas y no aburrirme con ellos. Igual que me había interesado antes estudiar el mundo de la comunicación empresarial, de la publicidad e incluso de la identidad gráfica, me apetecía ahora, además, acercarme a este mundo para entender, entre otras cosas, qué pasa por la cabeza de los empresarios. Yo soy un explorador, me gusta conocer para luego tomar decisiones.

- ¿Ha descubierto ya qué le pasa a un empresario por la cabeza?

Bueno, me he dado cuenta de que son muy receptivos a las buenas ideas y suelen escuchar mucho y bien. Por otro lado, hablan también de la necesidad de recuperar ciertos valores, como la cultura del esfuerzo, la responsabilidad y la ética. Finalmente, he descubierto algún tópico que hay que vencer. En concreto, se asocia empresa familiar a empresa pequeñita y no tiene por qué ser así.

- ¿Cómo se conjuga familia y empresa?

Hay distintos mecanismos, por ejemplo, mediante el protocolo familiar, que es el conjunto de pactos entre los miembros de la familia para llevar bien la empresa sin que se debiliten los vínculos familiares. No obstante, el problema de la continuidad puede llegar sobre todo cuando hay primos, porque los hijos, al fin y al cabo, casi siempre comen juntos y tienen una mesa donde poner en común su visión de las cosas. Sin embargo, si las empresas familiares son capaces de salvar esa tensión provocada por la conciliación de la familia con la propia empresa, son fuentes estables de empleo porque hay un vínculo y un trato familiar.

- ¿El cambio en los modelos familiares puede ser la condena a muerte de este tipo de empresas?

Las nuevas formas familiares van a acarrear ciertos cambios en la cristalización de este tipo de organizaciones, pero ése es el reto, garantizar esa continuidad. Actualmente, el 65% de las empresas familiares todavía está en España en manos de la primera generación, mientras que el paso a la tercera sólo lo ha dado el 9%, pero también hay empresas como Osborne o Codorniu, que tienen siglos de tradición y son familiares. El reto es mimar esos procesos de traspaso de poderes y que el fundador sepa muy bien cuándo retirarse a tiempo. Por otro lado, conciliar el mandar con el liderar también es un reto. El liderazgo genera respeto; el mando, sumisión.

- ¿Dónde quedan aquellos tópicos que asocian empresa familiar a viejos modelos?

La opinión pública asocia empresa familiar a organización con fallos funcionales, pero las empresas familiares son las que mejor sobreviven a las crisis porque hay un factor de cohesión muy potente e incluso en un momento dado pueden inyectar capital propio. Los fundadores han superado más de una crisis y ahora sus sucesores se ven en la obligación moral de seguir. Por eso, hay que cambiar esa imagen con actuaciones y campañas impulsadas desde la Cátedra y la Asociación de la Empresa Familiar.

- ¿Cómo se consigue que las empresas dejen de estar de espaldas a la Universidad?

Ofreciéndoles la oportunidad de que vean trabajar a nuestros alumnos, pero también la posibilidad de obtener beneficios sociales en términos de notoriedad o de imagen, beneficios en materia de recursos humanos y de transferencia de conocimiento y, por qué no, económicos. De hecho, desde hace unos años, Universidad y empresa trabajan conjuntamente en muchos ámbitos, y esta Cátedra es un ejemplo de ello. Otra cuestión es que haya que continuar estrechando lazos.

- ¿Y qué puede ofrecer la Universidad?

Investigación, pero también talento a través de la incorporación de los alumnos y profesores más creativos y más válidos. Hay que evitar que el talento se vaya fuera, y ahí es donde el empresario tiene que estar alerta. Los licenciados de la Universidad de Alicante salen con la cabeza muy bien amueblada y hay que darles la oportunidad en nuestro entorno. Los jóvenes son los que pueden hacer que la nueva economía sea una realidad ahora que se habla tanto de cambio de modelo.