Ante el desplome de los mercados bursátiles internacionales a mediados de marzo, la volatilidad de los mercados y la incertidumbre que genera la crisis sanitaria global, Gonzalo Rubio, catedrático de Economía y Finanzas de la Universidad CEU Cardenal Herrera, y Domingo García, director del Servicio de Estudios de Bolsas y Mercados Españoles (BME), alertan de que como consecuencia de la perturbación experimentada sobre la incertidumbre, amplificada por el gran aumento en la aversión al riesgo de los agentes económicos, se produce un aumento de la prima esperada de riesgo del mercado bursátil, que colapsa los precios de los activos financieros e incrementa drásticamente la volatilidad de los mercados.

Frente a esta situación, los expertos apuestan por una acción fiscal coordinada en Europa que vaya más allá del uso de la política monetaria no convencional con el fin último de controlar la incertidumbre asociada a la crisis.

«La necesidad de atajar rápidamente la incertidumbre asociada a la crisis sanitaria actual es evidente. El aprendizaje de la gran recesión de 2008 facilita la coordinación y respuesta de los bancos centrales. Pero no es suficiente. Los bajos tipos de interés ayudan a las empresas, pero el problema real es la elevada prima de riesgo esperada y el correspondiente colapso de los precios. Por ello, en general, pero desde luego en Europa, la coordinación entre las políticas fiscales que faciliten la captación de crédito en condiciones extremadamente favorables y la utilización del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) bajo condiciones favorables y bien diseñadas serán claves desde el punto de vista europeo. Nos jugamos la reputación de Europa y su grado de cohesión futuro», señalan estos expertos, que recientemente han publicado el estudio Desplomes bursátiles, volatilidad y aversión al riesgo.

En este trabajo, Rubio y García Coto, destacan que si se produce un fuerte shock adverso de incertidumbre, como puede ser la crisis sanitaria global entre mitad de febrero y mitad de marzo de 2020, se produce un gran efecto amplificador al incrementarse bruscamente la aversión al riesgo que hace aumentar la prima de riesgo esperada del mercado, colapsa los precios de los activos financieros, aumenta la volatilidad bursátil y tiene efectos negativos sobre la inversión y la producción.

«Este aumento de volatilidad no es un incremento irracional o que refleje la ineficiencia de los mercados bursátiles. Muy al contrario, representa el fuerte aumento de la prima esperada de riesgo provocada por el enorme impacto del incremento en la aversión al riesgo», aseguran.

Y es que, durante la segunda semana de marzo del 2020, los mercados bursátiles internacionales se desplomaban con una intensidad que remontaba a los episodios de crisis más dramáticos de los últimos años en las Bolsas mundiales como la gran recesión de 2008 o la crisis de deuda soberana europea de 2012.

Las volatilidades de los mercados se disparaban hasta alcanzar un máximo del 76% para la volatilidad del IBEX 35. Para poner este número en perspectiva, señalan que la volatilidad media del IBEX 35 desde 2007, fecha en la que se crea su índice de referencia, ha sido del 22,9%.

¿Un cierre de la Bolsa?

¿Un cierre de la Bolsa?Tanto Rubio, que es consejero independiente y miembro de los comités de Auditoría y de Riesgos de BME Clearing, entidad que gestiona la Cámara de Contrapartida Central (ECC) del Grupo BME en España, como García Coto, resaltan que ante esa situación no tardaron en aparecer comentarios en medios de comunicación solicitando el cierre de la Bolsa, igual que se cierran otras industrias.

Los argumentos que defienden dicho cierre se basan en supuestas motivaciones especuladoras y depredadoras que se aprovechan de la falta de eficiencia de los mercados bursátiles cuyos comportamientos se asemejan a casinos con poco trasfondo económico.

«Estos comentarios son ciertamente desafortunados y es llamativo como se reproducen sistemáticamente cada vez que se presentan dificultades económicas. Dichos comentarios reflejan un cierto desconocimiento del funcionamiento económico de los mercados bursátiles», resaltan.

Frente a estos ataques, Rubio y García Coto apuestan porque «los mercados bursátiles deben permanecer abiertos, dado lo importante que es mantener la liquidez para los inversores y empresas, la necesidad de mantener la negociación de activos derivados que permiten actuaciones de coberturas relevantes y facilitan la transferencia de riesgos y, por último, se señala que la regulación permite, como así ha sido durante esta crisis, suspender las posiciones en corto que pueden amplificar por motivos puramente especulativos de muy corto plazo los efectos adversos de cualquier tipo de crisis».

Para profundizar en la explicación de la situación actual y de otros momentos de crisis financieras y económicas, los autores recuerdan que la incertidumbre tiene un enorme impacto sobre el comportamiento de los mercados financieros y la economía real.

«Sin embargo, nuestro mensaje principal es que la incertidumbre se ve amplificada por la aversión al riesgo que es, a nuestro entender, el verdadero motor que mueve las principales variables tanto finaancieras como económicas, especialmente en momentos de recesiones económicas. Sin duda, también lo es para entender la magnitud de los desplomes bursátiles y del aumento de la volatilidad experimentada en febrero y marzo del 2020», resaltan.