La obsesión por controlar el acceso con dispositivos electrónicos propició que se dieran situaciones que no pasaron desapercibidas en las Pruebas de Acceso a la Universidad que ayer dieron comienzo en la provincia. Una de ellas tuvo lugar en el campus de Elche de la Universidad Miguel Hernández (UMH).

Las jóvenes con velo fueron llevadas al baño antes de comenzar las pruebas escritas para controlar que no llevaran ningún tipo de pinganillo que permitiera que, desde fuera, se les diera información, o cualquier otro aparato similar, situación esta que no se repitió con el resto de alumnos.

El objetivo era verificar que no llevaban teléfonos móviles, relojes y otros dispositivos de última generación, algo que hubo quien interpretó como un agravio comparativo con relación a otros estudiantes que no se vieron en esa coyuntura simplemente porque no llevaban velo. Una opinión que, por contra, contrastaba con la que ofrecían desde la UMH. «Hemos adoptado esta medida para que nadie nos acuse de que se estaba produciendo un agravio comparativo. Se ha tratado de una simple revisión sin más», justificó ayer el vicerrector adjunto de Estudiantes y Deportes, Javier Gómez.

La UMH es consciente de los nuevos retos que le plantea la tecnología para que no haya copias en los exámenes y, también, se encuentra con determinadas limitaciones legales, como la de utilizar inhibidores de frecuencia en el interior de sus aularios. Ante estas trabas, los responsables de las pruebas justificaron esa necesidad de reforzar la vigilancia presencial. «A veces nos recuerda al juego del gato y el ratón. En la primera jornada no hemos tenido que lamentar ningún incidente», apostilló Gómez, que también recordó que, en caso de que un alumno sea pillado in fraganti, será automáticamente expulsado del aula y calificado con un cero en dicha materia.

En total, son más de 7.000 los alumnos que afrontan las pruebas de acceso en la provincia y que, ante el avance tecnológico, cada vez cuentan con más medios para copiar, algo que en ocasiones desemboca en una obsesión por el control de los dispositivos.