«La agricultura hidropónica o sin tierra es la agricultura del futuro porque es mucho más productiva y todos los parámetros están controlados al aportar al agua los nutrientes necesarios para el crecimiento de la planta. De hecho, aunque aún se trata de una infraestructura cara, por Murcia y Andalucía se está extendiendo cada vez más», explica la profesora doctora de Fisiología Vegetal de la Universidad de Alicante (UA) María del Carmen Rodríguez. La última práctica de los alumnos de esta asignatura, de segundo del grado de Biología, consistió precisamente en comprobar cómo afecta la falta de un nutriente como el hierro al crecimiento de las plantas de tomates cultivados en hidroponía.

Así, los doce alumnos, divididos en parejas, prepararon una solución con los nutrientes que necesita la planta del tomate disueltos en agua destilada y «plantaron» una mata en un tarro. La misma operación la realizaron pero quitándole a la solución el hierro. Todos los tarros los forraron con papel de aluminio para evitar que se oxidara o que crecieran algas. Un mes después llegó el momento de la comprobación. Los estudiantes midieron varios parámetros como la longitud de la raíz, el número de hojas, el diámetro del tallo, el peso de la planta y su PH, entre otros. De esta forma y tras realizar diversas fórmulas son capaces de calcular las sales minerales consumidas por cada planta, su consumo hídrico y su eficiencia y compararlas. Además, pudieron comprobar a simple vista la diferencia de tamaño y de frutos entre las que tenían hierro y las que no.

«Sabemos que la agricultura hidropónica es más eficiente pero ahora entendemos mucho mejor los procedimientos. Es más fácil estudiar la materia así que sin realizar ningún experimento», reconoce Silvia Sánchez, una de las alumnas que participó en esta práctica.

De la misma forma, el profesor del departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente Javier Mangas destaca que «las prácticas representan la mitad de los créditos de la asignatura, tienen mucho peso, y contribuyen además de al aprendizaje a que los alumnos participen más explicando las conclusiones».

Antes de comprobar los cambios en el cultivo hidropónico los alumnos realizaron otra práctica con remolacha, a la que sometieron a diferentes temperaturas para ver cómo se rompe la membrana plasmática de sus células. «A alta temperatura aumenta la fluidez y con la congelación se generan cristales de hielo», indican los alumnos mientras utilizaban el instrumental necesario.

Tanto alumnos como profesores destacaron el equipamiento y las instalaciones del Centro de Tecnología Química (CTQ) donde realizan las prácticas y que lleva apenas un año en funcionamiento. Se trata de siete laboratorios y una sala de instrumentación con equipos punteros que utilizan cientos de alumnos de Ciencias, Ciencias de la Salud, Politécnica, Derecho y Criminología e incluso Filosofía y Letras en la rama de Arqueología.