La catedrática de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona Teresa Freixes afirmó ayer que la educación «ha sido uno de los pilares del secesionismo» en Cataluña, junto con la comunicación, y que sobre ambos se ha ido sustentando durante las últimas décadas todo el ideario independentista. La jurista recalcó que «el problema no nació con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto en 2006, como se ha dicho», sino que, defendió, ese argumento es «un chivo expiatorio» para ocultar toda una estrategia iniciada mucho antes y que ha desembocado en la situación actual. Un «problema» que, añadió, no sólo afecta a Cataluña, sino que «está también en España y Europa» y es «un torpedo en la línea de flotación del Estado de las Autonomías».

Freixes inició el ciclo de conferencias «España y Europa ante el independentismo», organizado por la Cátedra Jean Monnet de Historia e Instituciones Comunitarias de la Universidad de Alicante (UA), en colaboración con el Área de Derecho Constitucional del Departamento de Estudios Jurídicos y del Estado. El director de la cátedra y organizador del seminario, Salvador Forner, señaló al inicio que «el reto al que se enfrenta hoy nuestro sistema constitucional no tiene parangón», ya que viene iniciado «por quienes ejercían sus funciones y estaban legitimados», en alusión al destituido gobierno catalán. Por su parte, el catedrático de Derecho Constitucional de la UA José Asensi agregó que ésta es «una crisis política sin precedentes», y destacó a Freixes, al presentarla a los asistentes, como «una luchadora incansable frente a las amenazas que sufre el derecho».

La ponente, que tiene en estos momentos una importante presencia pública en la defensa de la unidad de España -preside la entidad Concordia Cívica e intervino en la manifestación celebrada el pasado 28 de octubre-, expuso que el proceso independentista catalán arrancó en la década de 1980, y aludió a un artículo aparecido en prensa titulado «Recatalanizar Cataluña», el cual «sentaba las bases para darle la impronta que Convergència quería atribuir a toda la sociedad catalana». En este sentido, puso como punto de partida «la inmersión lingüística» en las aulas, que supuso que «14.000 profesores abandonaran Cataluña» por no dominar el catalán y sus vacantes fueran ocupadas por docentes jóvenes «muy teledirigidos». Eso, dijo, ha llevado a que tres décadas después «los colegios hayan sido muy utilizados» en el proceso independentista», e incluso «los niños de Primaria hagan minutos de silencio por los presos políticos».

La otra pata principal del ideario, explicó, ha sido la comunicación, con «una tremenda manipulación de los medios públicos», en los cuales, dijo, «es muy difícil participar», si bien defendió que «siempre vale la pena la discrepancia y hay que estar ahí». Todo esto, agregó, ha permitido a los independentistas «construir un relato» que va «desde la mentira de que todo comienza con la sentencia sobre el Estatuto hasta decir que el gobierno legítimo está ahora exiliado en Bélgica».

«Sin un modelo de país»

Freixes señaló que «es complicado desmontar todo el relato», pero que en estos momentos ya se ha rebatido la idea de que «el 80% de los catalanes querían un referéndum por la independencia» y se ha desvelado que «nunca ha habido más de un 40% partidario» de esta fórmula. El secesionismo, además, entiende esa consulta «no como un punto de llegada, sino de partida», puesto que «no nos explican qué modelo de país quieren». Y para llegar al referéndum «empezaron a aprobar leyes que sabían que eran contrarias a la Constitución», pese a que «tienen mayoría parlamentaria pero no social», en alusión a la falta de correlación entre votos y escaños por el sistema electoral. Con todo, aprobaron «con gran escándalo» el cambio en el reglamento del Parlament y, después, las leyes de Derecho a la Autodeterminación y Transitoriedad Jurídica.

Todo eso ha llevado a la aplicación del artículo 155 de la Constitución y a las elecciones del 21 de diciembre, en las que «gane quien gane, tendrá que afrontar la fractura social brutal que se ha creado». A su juicio, «el voto oculto es del arco institucional» y «la mayoría silenciada» ha perdido «el miedo a hablar», por lo que apeló a la participación en los comicios.