Una amplia mayoría de las personas que viven en las sociedades modernas sienten que carecen del tiempo suficiente para disfrutar del ocio y de la vida, motivo por el que buscan constantemente diferentes estrategias para «ganar tiempo al tiempo». Exclamaciones del tipo «Necesito unas vacaciones» u «Ojalá los fines de semana fueran de tres días» son habituales en los grupos de amigos. En definitiva, si tuviéramos más tiempo libre seríamos más felices.

¿Qué pasaría si tuviéramos todo el tiempo del mundo para el ocio? ¿Seríamos más felices? ¿Cómo nos adaptaríamos a esa nueva vida? ¿Puede haber desventajas en tener demasiado tiempo libre? A estas preguntas han dado respuesta en Estados Unidos (EE.UU) la investigadora Marissa Sharif, de la Universidad de Pennsylvania, y las profesoras Cassie Mogilner y Hal Hershfield, de la Universidad de California, en la investigación titulada «Los efectos de tener mucho y poco tiempo libre en la satisfacción vital».

Y los resultados obtenidos después de estudiar a una población de 35.375 adultos, trabajadores y desempleados, pueden llegar a sorprender a muchos, ya que las autoras identificaron que tener demasiado tiempo libre puede llegar a tener desventajas en lo que se refiere a la felicidad. Así que si tener poco tiempo libre para el ocio es malo, tener mucho tiempo también lo es. Incluso puede ser peor.

La investigación concluye que la satisfacción vital alcanza su punto máximo cuando un trabajador tiene en torno a dos horas de tiempo libre al día, mientras que en el caso de las personas que no trabajan, pero tampoco buscan empleo, el tiempo aumenta hasta las tres horas y 45 minutos. Según las autoras de este estudio, a partir de estos tiempos el bienestar disminuye.

Perjuicios de tener poco y mucho tiempo libre

Para hacer esta investigación, las autoras han trabajado con el término denominado «tiempo discrecional» que hace referencia, según ellas mismas explican, al «tiempo dedicado a actividades de ocio u otras actividades no rutinarias, donde la función principal es el uso del tiempo para el placer o alguna otra cosa intrínsecamente valiosa». De este modo, este tiempo discrecional dejaría fuera al dedicado a las obligaciones del hogar, las colas a la hora de hacer la compra...

Entre los perjuicios y daños de tener poco tiempo para el ocio se encuentra el «tener menos control sobre sus vidas, menos tiempo para emprender las actividades deseadas, menos tiempo para socializarse, lo que conlleva mayores sentimientos de estrés y comportamientos poco saludables como no hacer ejercicio y comer mal». Además, estas personas también son menos felices y se sienten emocionalmente agotados.

¿Y en el que caso de tener demasiado tiempo de ocio? Según la investigación, las personas pueden llegar a sentirse improductivas e, incluso, menos satisfechos en su vida. Además, tener mucho tiempo para actividades de ocio también puede disminuir el disfrute de las mismas. «Horas y horas dedicadas simplemente a hacer lo que uno quiere pueden perder su valor positivo y tener un impacto negativo en la felicidad», recoge el informe.

El estrés del tiempo libre

Aunque parezca imposible, tener mucho tiempo libre puede afectar negativamente a nuestro día a día. Para explicar este motivo, las autoras señalan que las personas temen estar ociosas y son más felices cuando están ocupadas. «Las personas trasladamos el ritmo del trabajo al resto de aspectos de nuestra vida, de modo que arrastramos el frenesí del trabajo en la oficina y en casa a las horas vacías y nos encontramos con el impulso de hacer, planificar y estar ocupados».

Cuando no tenemos ninguna tarea con la que ocupar este tiempo libre surgen los problemas. «En el tiempo libre no hay reglas, es desestructurado y más difícil de configurar», enfatizan las autoras de la investigación, quienes ejemplifican que en muchas ocasiones las personas «vuelven con prisas a casa después de un día intenso de trabajo y cuando llegas, al cabo de un rato, no se sabe qué hacer. Y esto nos angustia, provocando la sensación de estar perdiendo el tiempo. En vez de disfrutar del descanso nos aburrimos por falta de vivencias y nos sobreviene el estrés del tiempo libre».

Comprar tiempo y disminuir el estrés

«El tiempo es oro». Esta expresión hace referencia a la finitud de la vida y a la necesidad de aprovechar al máximo el tiempo. Una parte de la población, consciente de ello, no duda en buscar soluciones para ahorrar tiempo. Al respecto, las autoras de la investigación "Los efectos de tener mucho y poco tiempo libre en la satisfacción vital" enfatizan que «con la esperanza de disminuir la tensión y el estrés muchas personas buscan formas de ahorrar tiempo para aumentar las horas para hacer lo que quieren».

Así, ponen el ejemplo que Amazon cuenta con más de 35.000 libros disponibles con el objetivo de mejorar la gestión del tiempo y el 50% de los estadounidenses gastan dinero en comprar servicios relacionados con el mantenimiento y la limpieza del hogar. Al respecto, el estudio señala que «priorizar el tiempo sobre el dinero y gastar dinero para comprar más tiempo libre se ha vinculado empíricamente a una mayor felicidad».

El ensayo que explica el «workism»

Un ensayo publicado en The Atlantic en febrero pasado expone la existencia de una idea que va ganando en extensión y que gira en torno a la construcción de uno mismo, y que es más visible entre los profesionales estadounidenses de altos ingresos: el workism (cuya posible traducción sería laborismo).

Derek Thompson, autor del ensayo, explica que workism «es la creencia de que el trabajo no sólo es necesario para la producción económica, sino también la pieza central de la identidad y el propósito de la vida, y la creencia de que cualquier política para promover el bienestar humano siempre debe alentar más trabajo».

Bajo esta concepción, el tiempo libre es una amenaza a la propia identidad. De ahí que contar con más tiempo de ocio del que pudiera hacerse encajar en labores productivas produzca ansiedad. El excedente de tiempo sin producir amenaza aquello sobre lo que se asienta la construcción de sentido de la vida y de la imagen de sí. Disloca la acción estructurada de estos empresarios de sí mismos.